300 tumores cerebrales al año
Los especialistas analizan hoy en Oviedo los últimos avances en Neurooncología
José María Torres y Valentín Mateos, ayer, en el Centro Médico. / PIÑA
El comercio. A. VILLACORTA | OVIEDO 27 noviembre 201400:21
«En Asturias se diagnostican cada año alrededor de 300 tumores cerebrales primarios, además de otros 2.000 provocados por metástasis, unas cifras que están ligeramente al alza», acota la enfermedad José María Torres, coordinador del Servicio de Neurología del Centro Médico de Asturias, que hoy organiza la tercera ’Jornada de Actualización en Neurooncología’, patrocinada por la Fundación Centro Médico de Asturias bajo la dirección de Torres y de Valentín Mateos, coordinador del Servicio de Neurología.
La cita, de «primeros espadas en este campo» llegados desde todo el país, se ha convertido ya en una puesta al día en algunos de los problemas que más dificultad de manejo conllevan para los clínicos que tratan estos tumores que se presentan, «sobre todo, entre los 40 y los 50 años, aunque también se produce un pico a partir de los 70».
Y, en ese empeño, tanto ponentes como asistentes responden a un perfil pluridisciplinar (neurólogos, oncólogos, radioterapeutas, neurocirujanos o radiólogos), con expertos de primera fila en el panorama científico nacional de la talla de Francesc Grau, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clinic y que será el encargado de pronunciar la ponencia de clausura.
Los facultativos recuerdan que es necesaria mayor coordinación entre los diferentes especialistas, así como la creación de consultas específicas de Neurooncología («que, en Asturias, sólo existen en el HUCA y en el Centro Médico, lejos del desarrollo que existe en otras comunidades autónomas»), una disciplina que se encarga del estudio y tratamiento de los tumores cerebrales, pero también de las complicaciones neurológicas del cáncer. Y eso, porque «el tratamiento también es multidisciplinar».
En cuanto a los tumores a los que se enfrentan, Torres recuerda que pueden ser benignos, «más frecuentes en mujeres», y malignos, «en hombres», pero que, en todo caso, «lo que hay que intentar es que los pacientes tengan la mayor calidad de vida posible y los menores efectos secundarios». Se trata, apunta, de «transformar una enfermedad aguda en una enfermedad crónica, de que tengan calidad de vida suficiente para que merezca la pena vivir». Y el pronóstico cada vez es más favorable: «En los menos agresivos, logramos supervivencias de 15 o 20 años».
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