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La vocacion

La vocacion

La crisis económica ha favorecido que muchos se pregunten por el propósito de sus vidas.

La Voz de Asturias. 03/09/2009 JOSE LUIS Caramés

Ahora, que muchos estudiantes han aprobado la prueba de acceso a la Universidad, la famosa PAU, se habla mucho de la vocación. Para qué tengo yo vocación? Cómo siento lo que es la vocación o qué debo estudiar?

La palabra vocación proviene del latín, vocare, que significa llamada. Se utilizaba ya antes del siglo XVI para referirse a la llamada que hacía Dios a una persona para que Le siguiese y, a la llamada a toda la humanidad para que hiciese lo posible por salvarse. La llamada individual se concretaba en el sacerdocio y, la global en todo tipo de ocupación que supusiese acercarse a cierta santidad universal. En esta llamada personal se trataba de orientar el talento y las cualidades individuales hacia propósitos específicos asociados con una forma determinada de vivir. Poco a poco, esta llamada divina se fue secularizando o, si se quiere, ampliando a la vida particular de las personas que se comprometían en quehaceres más humanos que divinos, que iban desde el matrimonio y la vida familiar, hasta la elección de las profesiones y trabajos.

 

 

HOY, se habla de vocaciones humanitarias en organizaciones como Caritas, Médicos sin Fronteras, Amnistía Internacional o Greenpeace. Actualmente, bastantes personas se preguntan por el propósito de sus vidas, dentro de un entorno, en el que la crisis económica ha abierto la pregunta debido a la desaparición de trabajos y carreras, en lo que parece un túnel oscuro del que va a ser complicado salir. De todas formas, es en el tiempo del bachillerato cuando los jóvenes tienen tiempo y posibilidades para preguntarse por el futuro de sus vidas, al menos, profesional y laboralmente, hablando.

 

La vocación o llamada es una pregunta que nos hacemos aunque sea en silencio, Por qué he nacido? Cuál es el propósito de que haya nacido? La contestación no es sencilla, aunque hallemos a personas que parece que saben lo que quieren ser desde pequeños. Otros, emprenden un camino sin percatarse que, por ejemplo, para ser profesor o médico, es necesario tener algo de vocación. La vocación puede separarse del trabajo y pensarse como algo etéreo y poco definido. Se dice, "quiero ser médico para ayudar a los demás", sin pensar que para hacer esa función, la persona puede elegir casi todas las carreras u oficios ya que, en todos, se tratará de ayudar al ser humano y al grupo social al que se pertenezca. Además, una persona puede estudiar herbología y hacer medicina china, aunque nunca sea un médico tradicional.

 

Algunos estudiosos de las vocaciones han señalado que la vocación es "lo que no puedes dejar de hacer". Otros, han señalado que la vocación es "el lugar donde una persona se encuentra profundamente contenta y el mundo que la rodea, con el que se topa a diario, profundamente herido y enfadado". Por ello, nuestras vocaciones no parecen ser para nuestro beneficio particular. Son un regalo dado, a través de una persona, a toda la comunidad en la que vive ese individuo.

 

Y, si esa persona, no ejerce su vocación, todos perderán algo dentro de ese grupo humano. No es verdad que cada persona solamente pueda hacer una cosa en el mundo y que sólo encuentres felicidad cuando te topes con lo que realmente puedes y debes hacer. El individuo tiene bastantes opciones y, se diga lo que se diga, puede llevarlas a la práctica si hay esfuerzo individual. Es cierto que cada uno de nosotros tiene una vocación, por lo que hay que darse cuenta que debería ser una actividad en donde nuestro talento y nuestros dones nos convirtiesen en un médico, profesor, madre o padre al nivel máximo de cada exigencia. De aquí que cada joven debería pensar en que la vocación contiene nuestra propia idea sobre nuestra inteligencia y capacidad, nuestra idea de responsabilidad con la comunidad en la que vivimos, el significado de lo que van a ser nuestras tareas y trabajo; las relaciones que vamos a tener, la capacidad de decisión, nuestra identidad, nuestra apertura a los cambios y nuestro propio placer.

 

Por otro lado, para descubrir nuestra vocación, tenemos que reconocernos como diferentes comprendiendo la situación social en la que nos encontramos, ya que lo que define nuestra identidad son las elecciones que hacemos y como se reflejan en nuestra vida. Tenemos, por tanto, que saber discernir, tomando en consideración los elementos necesarios para elegir nuestro futuro. Aquí deberíamos darnos cuenta que es lo que más nos gusta, que nos llega a apasionar, qué tipo de persona somos, que grado de talento poseemos, que es natural para nosotros, qué dones poseemos, qué necesita nuestro entorno, cuál es la mejor opción para mí y, si somos muy generosos, cuál es la mejor opción para ayudar al mundo.

 

En estos momentos, se está hablando en muchos congresos internacionales sobre la necesidad de un nuevo humanismo para Europa, en el que las universidades tengan un papel fundamental. Europa se encuentra llena de inestabilidad y dentro de una creciente convulsión de los valores tradicionales. Para encontrar soluciones a esto se habla de la cuestión del hombre y de la mujer dentro de la creación de una nueva cultura al servicio de una Europa solidaria y unida. Se está promocionando un nuevo humanismo que requiere un entendimiento claro de lo que significa lo nuevo y, en donde, los jóvenes tendrán que se más claros sobre sus necesidades y su futuro vocacional.

 

*Profesor titular de la Universidad de Oviedo.

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