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Esperar aún dos años para el traslado del HUCA a La Cadellada – uno y pico más que lo estimado por el anterior gobierno – puede llegar a ser una temeridad de alto riesgo…

Esperar aún dos años para el traslado del HUCA a La Cadellada – uno y pico más que lo estimado por el anterior gobierno – puede llegar a ser una temeridad de alto riesgo…

Más que arrugas en el HUCA

El viejo hospital acumula deterioros que se agudizarán al retrasarse su traslado

Un aparcamiento exterior tuvo que ser cerrado este viernes al desconcharse parte de la fachada de Rehabilitación

El Comercio. 09.10.2011 - LAURA FONSECA

Foto: Una de las salidas de emergencia del Central en la que se puede ver la escalera de evacuación algo carcomida. Al fondo, el Edificio A y el antiguo Hospital General (en verde). :: E. C.

Cristales rotos y tejados de uralita por donde se cuelan humedades. Escaleras de emergencia con pasamanos carcomidos y cuyo deficiente estado de conservación pone en duda que puedan servir para una hipotética evacuación. Falsos techos de escayola en pasillos y habitaciones que en ocasiones dan más de un susto al derrumbarse. Camas y cunas agolpadas frente a los ascensores ante la falta de un espacio cercano donde almacenarlas. Estrechas y atestadas salas de espera que, como en el servicio de Oncología Médica, llevan a los pacientes a tener que usar las escaleras a modo de improvisados asientos. Enfermos que, debido a la distancia que hay entre los edificios hospitalarios, tienen que ser trasladados en ambulancia dentro del propio recinto sanitario y que en el momento de hacer su ingreso pueden toparse con un camión de basura en plena operación de retirada de contenedores...

No se trata de una película de Berlanga sino de un recorrido de casi tres horas por las tripas del viejo Hospital Central, ubicado en el barrio del Cristo. La correlación de deficiencias y deterioros encontrados pueden suceder durante una mañana cualquiera. Pongamos, la del viernes pasado, cuando varios desconchones en la fachada lateral del centro de Rehabilitación obligaron a acordonar la zona y a cerrar el aparcamiento exterior habilitado en las inmediaciones.Los problemas y disfuncionalidades que presenta el viejo HUCA y a los que tendrá que hacer frente el nuevo gerente, Juan José Pérez Blanco, son múltiples. Casi innumerables. De hecho, varían según el día o la semana. «Aquí nunca se sabe. Igual te cae un falso techo que te sale una gotera sobre una cama», comenta un responsable de Prevención. No es la primera vez ni será la última que la Junta de Personal del HUCA se queja por problemas de esta índole. Lo más llamativo es que «muchos usuarios se han acostumbrado a convivir con estos inconvenientes porque la atención sanitaria compensa, en la mayor parte de los casos, esas deficiencias», comenta un antiguo trabajador del centro.

17 edificios y 120 puertas

El paso del tiempo ha hecho mella en este complejo sanitario inaugurado hace ya medio siglo. Mantener y conservar el vetusto hospital es una tarea ciertamente compleja. Máxime si se tiene en cuenta su composición: 17 edificios distribuidos en una parcela de 127.000 metros cuadrados. Una auténtica maraña de estructuras con 120 puertas de acceso desde el exterior, en la que trabajan más de 5.000 profesionales y que recibe a diario la visita de más de 10.000 personas.

Uno de sus principales bloques, el que acumula más daños en su estructura y que permanece apuntalado desde el sótano hasta su novena planta, es el del Hospital General que cumplió cincuenta años el pasado mes de marzo. Su hermano mayor, el Covadonga, hará lo propio el próximo 29 de noviembre. El resto de bloques con nombre propio que lo componen son el centro Materno-Infantil, el de Rehabilitación y el Instituto Nacional de Silicosis.

El viejo HUCA es como un gran laberinto. Dar con la consulta del médico o con la habitación de quien se va a visitar es, en ocasiones, como estar en la T4 de Barajas. Además, esperar a que llegue el ascensor se convierte muchas veces en una auténtica prueba de fe y paciencia, salvo que se trate de los elevadores que se instalaron en el Hospital General de la mano de la última reforma, hace ya una década de aquello. El apodo que reciben lo dice todo: los trabajadores los han bautizado como 'los AVE'.

Aunque la creación de un nuevo HUCA no ha paralizado las labores de mantenimiento, es habitual ver en el vetusto hospital del Cristo muros desconchados, cristales rotos, escaleras de seguridad roídas, paredes apuntaladas, puertas de emergencia bloqueadas y camas repintadas por enésima vez. EL COMERCIO lo ha podido constatar in situ. El antiguo hospital fue sometido a diversos planes de reforma. Pero una vez que se acordó la construcción de uno nuevo en La Cadellada, las obras en profundidad fueron paralizadas. Solo quedaron en activo los trabajos de mantenimiento y seguridad del edificio.

A La Cadellada, en 2013

El retraso en la apertura del futuro HUCA hará que estos problemas de funcionamiento se agudicen. El nuevo gobierno regional ha modificado la fecha prevista para la mudanza del viejo Central a La Cadellada, asegurando que el traslado no podrá llevarse a cabo hasta septiembre de 2013. Esto supone otro año de demora para un proyecto de hospital que ya acumulaba importantes incumplimientos en sus plazos originales, puesto que su conclusión se había anunciado para finales de 2009.

Mientras llega la apertura del futuro HUCA, el viejo se resiente. Y no sólo eso, sino que envejece y se arruga esperando por La Cadellada. Sobre todo, en aspectos relacionados con los avances tecnológicos y sanitarios, algo que cobra vital importancia en el campo de la medicina.

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