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El SESPA, como no podría ser de otra manera, se compromete a aclarar todo lo ocurrido…

El SESPA, como no podría ser de otra manera, se compromete a aclarar todo lo ocurrido…

Investigan la muerte de una niña de 18 meses atragantada con una palomita

La pequeña falleció el pasado jueves en Ibias, después de haber sido dada de alta en el Hospital Central

Foto: Los padres con la foto de la nena fallecida.

19.03.13 (Noticia de ayer), LIDIA ÁLVAREZ | SAN ANTOLÍN DE IBIAS, en El Comercio.

El Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) ha puesto en marcha una investigación para tratar de aclarar todo lo ocurrido en torno al fallecimiento, el pasado jueves, de una niña de 18 meses que se atragantó al parecer con una palomita de maíz.

La pequeña, vecina de la localidad de Villares de Abajo, en Ibias, llegó el sábado 9 de marzo al Hospital Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea con síntomas de asfixia por haberse tragado algo. Según las primeras informaciones, una palomita de maíz. El bebé sufría nauseas y vómitos, que derivaron también en fiebre.

En el centro hospitalario de Cangas se le practicaron distintas pruebas diagnósticas, entre ellas varias radiografías, pero no se pudo detectar el objeto que supuestamente se había tragado. Por eso, se decidió que fuese derivada al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) en Oviedo, que cuenta con una unidad especializada en cirugía pediátrica de la que carece el centro cangués.

Según fuentes cercanas a la familia, tras ser examinada en el Hospital Central, se decidió esperar a que el objeto tragado fuese expulsado por vía natural y valorar, en caso contrario, la viabilidad de una operación, por lo que la menor fue enviada a casa.

Síntomas de asfixia

Apenas unos días después, el pasado jueves 14 de marzo, y ante la persistencia de los síntomas y el empeoramiento de su estado, la familia acudió de nuevo a los servicios médicos. En concreto, al consultorio periférico local de Tormaleo (Ibias), donde, según varias fuentes, la niña falleció con síntomas de asfixia. El cuerpo fue trasladado entonces al Hospital de Cangas del Narcea, donde se procedió a practicarle la autopsia.

Estaba previsto que el funeral se oficiase este fin de semana pero al final no llegó a celebrarse. Junto a la esquela de la pequeña se podían ver unos carteles que anunciaban que «a la espera de una nueva notificación, se suspende el funeral».

En el entorno familiar no han querido confirmar si se ha tomado la decisión de interponer una denuncia ante una posible negligencia médica, ni los motivos del aplazamiento del funeral, pero todo hace indicar que viene derivado de la apertura de una investigación más amplia, como así ha confirmado el Servicio de Salud a EL COMERCIO.

El funeral por la pequeña se celebrará finalmente a las 16 horas de hoy, en la iglesia de San Jorge, situada en Tormaleo (Ibias), parroquia a la que pertenece la localidad de Villares de Abajo, de donde era vecina la niña y donde reside buena parte de su familia.

Fuentes del Sespa señalaron ayer que comprenden el dolor de la familia y la difícil situación por la que están atravesando y aseguran que están a su disposición para aclarar todo lo ocurrido en torno a la muerte de la pequeña.

«No vamos a descansar hasta que se aclare la muerte de nuestra hija»

La familia de la niña de 19 meses fallecida en Ibias días después de atragantarse con una palomita duda de la actuación de los médicos

20.03.13 (Noticia de hoy) - LIDIA ÁLVAREZ | TORMALEO, en El Comercio.

La iglesia parroquial de San Jorge, en Tormaleo (Ibias), se quedó ayer pequeña para acoger a los varios centenares de personas que quisieron dar su último adiós a la pequeña Ana y acompañar en este duro momento a sus padres, Cecilia Fernández y Óscar Suárez. Ambos aseguraron ayer que no van a descansar y que seguirán luchando «hasta que se aclare todo lo sucedido».

La niña, de 18 meses, falleció el jueves 14 de marzo después de que el sábado anterior, por la mañana, se atragantase con una palomita. Comenzaba entonces para esta familia de Ibias un periplo por varios centros médicos que acabó en el Hospital Central de Asturias el sábado 9 de marzo por la tarde. «Yo les insistí en que la niña se había tragado la palomita de maíz y no me creyeron. Me dijeron que para ellos la cría no tenía nada dentro. Que hiperventilaba de un pulmón, pero que podía ser moco y que no valoraban hacerle una broncoscopia a una niña tan pequeña, ya que la sedación conllevaba sus riesgos. Me dijeron que si lo tenía dentro, la única posibilidad que había era la broncoscopia, pero que eso no se movía de ahí bajo ningún concepto», relataba ayer Cecilia Fernández.

La madre de la niña asegura que la única prueba que le hicieron en Oviedo fueron unas radiografías: «Ni se negaron a la broncoscopia, ni yo les pedí expresamente que se la hicieran. Ellos son los médicos y los que tienen que valorar. Yo simplemente les dije que no había visto el grano de maíz en los vómitos de la niña y que yo estaba convencida de que lo tenía dentro».

La opinión de los médicos

Cecilia señala que tuvieron a la pequeña sin ingerir nada desde las 2 de la madrugada, y sin prestarle demasiada atención hasta que ella misma preguntó por la mañana si le iban a hacer algo. A lo largo de la mañana del domingo pasó a visitarla la cirujana, que les explicó que sería el pediatra el que la valoraría. Éste les comentó que, desde su punto de vista, la niña era paciente de cirugía y no de pediatría y que, en su opinión, no tenía el grano dentro, por lo que la enviaron a casa con la recomendación de visitar en 15 días a su pediatra habitual.

«Así fue, le dieron el alta y la enviaron a casa sin darme más explicaciones ni recomendaciones de ningún tipo, aunque en todo momento la tuve vigilada por si aparecía algún nuevo síntoma. Por mi cuenta la llevé al médico de cabecera a que fuese auscultada», señaló ayer la madre.

Todo transcurría con aparente normalidad hasta que el jueves 14 por la mañana, la niña despertó con tos. Cecilia la cogió en brazos y empezó a notar que se ahogaba: «Llamamos al médico para que viniese a casa y, mientras llegaba, yo misma intenté hacerle el boca a boca. Luego nos trasladamos al consultorio local, donde intentaron reanimarla, pero el médico me dijo que no se pudo hacer nada».

La familia señaló que el informe preliminar de la autopsia confirma que la niña se ahogó con un grano de maíz. Su madre insiste en que en todo momento supo que su hija tenía el grano ahí y que «no me hicieron caso». Además, quiere dejar claro que «hace tiempo que la niña comía de todo, ya no era un bebé. Tenía 19 meses y gran parte de la dentadura. Además, tenía los dientes grandes, varios médicos me lo habían dicho».

Por ahora, prefieren no hacer comentarios sobre las acciones que tienen previsto llevar a cabo. La familia tiene dudas sobre el procedimiento que se ha seguido. «Si todo era tan simple como realizar una broncoscopia ¿por qué no se hizo?. Estamos hablando de salvar una vida», comentaba ayer el tío materno de la pequeña, Basilio Fernández. «Nos dicen que la niña, desde el sábado, está hiperventilando por un pulmón y yo de medicina no entiendo, pero eso querrá decir que no todo funciona lo bien que tiene que funcionar y no comprendemos por qué no se actúa. Algo más se tenía que poder hacer», opina.

Suspensión judicial

Los familiares de la pequeña señalan que el informe de la autopsia es concluyente y por eso se descartó una segunda prueba. La niña iba a ser incinerada el viernes 15, pero ante la posibilidad de que fuera necesaria esa segunda autopsia, la magistrada titular del Juzgado de Cangas del Narcea decidió, por precaución, suspenderla. Según las informaciones del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), tras conocer los resultados de la primera prueba, la familia presentó un escrito renunciando a pedir una segunda autopsia, por lo que la jueza levantó la suspensión y finalmente fue incinerada este lunes.

Desde el TSJA también señalaron que, a fecha de ayer, el juzgado no tenía notificación de que se haya interpuesto ningún tipo de denuncia por parte de la familia. La madre de la pequeña indicó que «todavía no sabemos lo que vamos a hacer, pero mi hija me da fuerzas. Sólo pensar en ella me da fuerzas para seguir luchando y no vamos a descansar. Esto no se va a quedar aquí».

«No descansaremos hasta que lo paguen», dicen los padres del bebé ahogado en Ibias

Multitudinario funeral por la niña que murió tras tras atragantarse con palomitas y recibir el alta en el hospital

«El recuerdo de Ana nos dará fuerzas», indica la familia

Tormaleo (Ibias), Pepe RODRÍGUEZ, en La Nueva España.

«Esto va a ser muy duro, pero no vamos a parar: el recuerdo de Ana nos va a dar fuerzas y no vamos a descansar hasta que se pague lo que nos han hecho». Así se expresaba ayer Cecilia Fernández, la madre de Ana Suárez Fernández, la niña de 18 meses que falleció el pasado jueves tras atragantarse con un grano de maíz en Luiña (Ibias), una vez concluido el funeral de la pequeña. Cecilia y Óscar Suárez, su marido y padre de Ana, tienen claro que el trato que recibieron en el Hospital, en Oviedo, no fue el adecuado para salvar la vida de su hija, que fue sometida a varias pruebas antes de recibir el alta. «Yo insistí para que los médicos hicieran algo, pero valoraron no hacer la broncoscopia y, sin indicación ninguna, nos mandaron a casa. En todo momento dudaron de que la nena tuviera un grano de maíz en la garganta, casi aseguraban que no lo tenía». La mujer saca fuerzas de donde no las tiene para narrar las últimas horas que pasó con su hija: «Me levanté por la mañana y la vi toser y se empezó a ahogar y... y se me quedó». El padre también se queda sin palabras al recordarlo: «Que se te muera un niño en los brazos es muy duro, muy duro...».

La niña se había atragantado con un grano de maíz mientras comía palomitas el sábado 9 de marzo. Tras visitar el centro de salud de Luiña, fue derivada al Hospital de Cangas del Narcea, donde, al no poder practicar la extracción del grano, la enviaron en ambulancia a Oviedo. En el Hospital Central de la capital asturiana, la pequeña estuvo toda la noche del sábado sin comer ni beber, a la espera de ser anestesiada para realizarle la extracción, pero el domingo por la mañana fue dada de alta. Cinco días después, el jueves 14 de marzo, por la mañana, Ana comenzó a respirar mal de nuevo y falleció, según los familiares, por culpa del grano de maíz que no se le extrajo en el hospital, algo que ha confirmado la autopsia realizada al cadáver.

Desde el Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) se ha puesto en marcha una investigación que aclara todos los hechos acaecidos y que han llevado a una familia a la absoluta desesperación y a un dolor extremo. «A nosotros nos dijeron que la sedación para hacerle la broncoscopia era muy complicada. Veían que hiperventilaba del pulmón derecho, pero no sabían si era moco o un grano de maíz. Nos dijeron que la única posibilidad de expulsar el grano, en caso de que estuviera ahí, era la broncoscopia, y que no nos preocupáramos porque eso no se iba a mover de ahí», relata Cecilia.

Estos padres están convencidos de que la muerte de su hija podría haberse evitado con una broncoscopia, y Suárez añade: «Yo a mi hija la perdí, y veo a su hermano llamando a su hermana todos los días. Y el responsable de esto no sé si tiene hijos, pero si los tiene están en casa, y la mía no».

A cientos, los vecinos de la parroquia de Luiña y de todo el concejo de Ibias, así como de Degaña, se acercaron para arropar y consolar a estos padres. En el medio, Óscar y Cecilia, destrozados, fueron incapaces de articular palabra o de dejar de llorar ni por un momento en el funeral.

La iglesia parroquial de Tormaleo, pueblo muy cercano a Luiña, se quedó pequeña para acoger el acto religioso de despedida a Ana. Esta familia, los padres y el hermano de Ana vive en el poblado de Villares, un barrio de Luiña construido para alojar a los mineros que trabajaban en la explotación de Tormaleo. Era, en un principio, un lugar para alojar a los trabajadores que venían de fuera, pero con la decadencia de la mina, la empresa llegó a vender las viviendas a los que ya vivían en ellas, y dejó de ser una zona privada para ser un pueblo en sí mismo.

El padre de Ana, Óscar, de hecho es minero del grupo Tormaleo. Fue trasladado, junto con sus compañeros, a la explotación de Coto Minero Cantábrico en Cerredo, ambas propiedad de Victorino Alonso. Hace unos quince días se quedaba en el paro en medio de los despidos masivos que ese empresario está practicando en sus empresas. Ahora, el dolor inunda a toda su familia por una muerte a la que no encuentran explicación.

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