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Simplemente ya está…

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Sanidad unifica las urgencias del HUCA y Silicosis ante el traslado a La Cadellada

La plantilla del Instituto Nacional critica a los políticos en el primer día de cierre del servicio y sentencia: "Aquí se trabajó mucho y bien"

Foto.- La irónica esquela de Silicosis que los trabajadores pegaron en las paredes de la entrada a urgencias.

15.10.2013, Eduardo GARCÍA, en La Nueva España.

 

Paloma Pérez pasó en el servicio de urgencias del Instituto Nacional de Silicosis, en Oviedo, toda una vida profesional. "Llegué con veintipocos años, tengo 62, he asistido prácticamente a la inauguración del servicio y ahora veo cómo lo cierran. Lo único que puedo decir es que aquí se trabajó mucho y muy bien".

 

En las urgencias de Silicosis había ayer ambiente de mudanza. Era el primer día en que los usuarios comenzaban a ser atendidos en el "centro general", tal como señalaba un cartel sobre el cristal de la puerta. Al lado, una esquela que daba cuenta del "fallecimiento en Oviedo", a los 40 años de edad, del Instituto Nacional de Silicosis en pleno "con la bendición de la Consejería de Sanidad".

 

Al cierre de urgencias seguirá próximamente el de las plantas de hospitalización y la UVI del centro. Agrupar camas y concentrar urgencias tiene que ver con los planes de traslado al nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Para muchos trabajadores y usuarios, un desmantelamiento en toda regla. Para la Administración sanitaria, una estrategia que en modo alguno supondrá el fin de Silicosis. Lo que no parece ofrecer dudas es que tras el cierre de ayer está el ya inminente traslado al nuevo Hospital.

 

En el pasillo, un espirómetro de los de antes "que lográbamos mantener en uso". Los boxes vacíos, con siete camas, una pequeña salita para la enfermería, otra sala para los médicos, un almacén y un despacho. Ayer, todo en silencio, mientras la auxiliar Mari Nieves García carreteaba material sanitario y desocupaba estanterías. Termina un ciclo. Nieves seguirá en el mundo de las urgencias hospitalarias, duro pero a la vez apasionante.

 

"El viernes pasado", dice la supervisora Paloma Pérez, "nos reunimos todos: picamos algo, nos abrazamos y lloramos un poco. Pero hay que mirar hacia delante". Las urgencias de Silicosis estaban sustentadas por siete enfermeras, siete auxiliares y cinco médicos. Era personal suficiente para el número de usuarios del servicio en los últimos años; nada que ver con los atascos de los años setenta, cuando la minería estaba en su apogeo.

 

"Los boxes, llenos, y la gente esperando por los pasillos. Gente de la mina, con un perfil muy distinto del de ahora", en el que prevalece más el usuario de edad avanzada y con patologías respiratorias muy variadas. Paloma Pérez recuerda: "Era extraño hace treinta años encontrar a mujeres enfermas en urgencias, pero alguna venía, por lo general trabajadoras del sector minero aunque, claro, no de interior".

 

Señala la esquela, con ese humor negro tan asturiano, que el fallecido, el Instituto Nacional de Silicosis, tiene mucho allegado, pero que mejor no contar con ellos: "La familia ni recibió, ni recibe ni recibirá"... "sus lamentables padres, Don Javier Fernández (ausente) y Don Faustino Blanco; sus insensibles hermanos, Don Jaime Rabanal y Doña Celia Gómez...". De abuelo "ejerce" José Ángel Fernández Villa.

 

Según fuentes del HUCA, tan sólo un paciente de urgencias de Silicosis fue derivado en la mañana de ayer. El cierre paulatino y por traslado de las distintas dependencias de Silicosis colapsará, dicen los sindicatos sanitarios, el área de hospitalización del HUCA reservada para enfermos con patologías respiratorias. Son unas cincuenta camas que, con el invierno en perspectiva, habrá que aumentar. En pleno invierno una ocupación media en Silicosis no suele bajar de los ochenta pacientes. "Aquí conocíamos a casi todos nuestros pacientes, éramos como una familia. Este servicio tenía una filosofía especial. Algunos mejoraban sólo con vernos", recuerda con nostalgia Paloma Pérez.

 

Aquel primer contingente sanitario que inauguró el servicio era tan exiguo que se acercaba a la nada: dos enfermeras, una auxiliar y el médico que estuviera a mano. Todavía no funcionaban los médicos internos residentes. El equipo convivía con el personal del Dispensario de Enfermedades Profesionales, que había llegado de la Lila.

 

El diputado IU Gaspar Llamazares dijo ayer que el Gobierno asturiano está obligado a mantener Silicosis. "Una cosa es la reordenación, de cara a su entrada en el futuro HUCA, y otra suprimir las urgencias, la UVI y la hospitalización, lo cual crea incertidumbre incluso sobre la propia existencia del Instituto de Silicosis", afirmó.

 

Cuenta atrás en Silicosis

El instituto no atiende desde ayer urgencias, que ahora se concentran en el Hospital Covadonga. La medida recibe críticas de los usuarios, de IU y de Foro Asturias

15.10.13 - LAURA FONSECA | OVIEDO, en El Comercio.

 

La jornada empezó ayer ajetreada para los 46 pacientes que permanecían ingresados en la cuarta planta de Silicosis. A lo largo de toda la mañana, los enfermos hospitalizados, algunos de ellos con la bombona de oxígeno a cuestas y portando una mascarilla, fueron trasladados de edificio y llevados a otras plantas del complejo. La dirección del HUCA daba así un nuevo paso hacia el cierre del edificio de Silicosis, un proceso que se enmarca dentro de la macro mudanza a La Cadellada prevista para enero de 2014 pero que está siendo duramente cuestionado por pacientes y trabajadores debido a su «falta de previsión» y su «celeridad», y a cuyas críticas se sumaron también IU y Foro.

 

Los ingresados en la cuarta de Silicosis fueron los primeros en tener que cambiar de ubicación. El traslado de estos enfermos se realizó en ambulancia, lo que complicó la circulación interna por el hospital. Hoy será el turno a otros tantos pacientes que están en la séptima planta, aunque puede que este proceso tarde algo más en resolverse puesto que entre los ingresados hay varios en situación de aislamiento. Tras vaciar las plantas de hospitalización de Silicosis, queda luego por desalojar la UVI, ocupada ahora por 6 enfermos. La dirección del HUCA había dado la orden para que desde el 1 de octubre no se autorizara ningún nuevo ingreso en la UVI de Silicosis. Sin embargo, la elevada ocupación en el resto de unidades de vigilancia intensiva del hospital, la del Covadonga y del General, obligó a cambiar las previsiones.

 

Lo que ya quedó cerrado a cal y canto fueron las urgencias. Desde ayer, los pacientes que requieren de atención urgente deben dirigirse al Hospital Covadonga donde se concentrarán todas las urgencias del HUCA, excepto las infantiles y ginecológicas. «Esto es mucho peor para nosotros que vamos a tener que esperar más», se quejó María Esther Armada, enferma que aguarda por un trasplante de pulmón y a la que el cierre de Silicosis le pilló «por sorpresa. No sabía nada. Me parece muy mal», lamentó. María Esther llegó ayer a Silicosis con su bombona portátil. «Apenas puedo respirar», advertía, «y ahora me dicen que me tengo que desplazar hasta el Covadonga. No hay derecho».

 

El realojamiento de los enfermos ingresados en Silicosis se está llevando a cabo de forma «desordenada», denunciaron los trabajadores. La previsión era que estos pacientes fueron llevados a la quinta planta del Covadonga, pero «como no hay sitio y las obras de adecuación no culminaron, los enfermos los estamos desperdigando por todo el hospital», dijeron.

 

IU, a través de su diputada Noemí Martín, y también de Gaspar Llamazares, acusaron al Principado de crear una situación de incertidumbre en torno a Silicosis, pese a tratarse de «un centro de referencia nacional que le valió a Asturias para recibir 72 millones de euros para el nuevo HUCA», recordó Martín. Por su parte, el presidente de Foro, Francisco Álvarez-Cascos, anunció la presentación de una interpelación urgente contra lo que consideró «el desmantelamiento de Silicosis». Desde la Consejería de Sanidad se insiste que el proceso iniciado en el Instituto obedece a la mudanza del viejo HUCA a La Cadellada y niega que se trate de un cierre.

 

«Lo que están haciendo es una barbaridad»

15.10.13, El Comercio.

Jesús Menéndez Hevia fue quien hace cuatro décadas, de la mano del doctor Palenciano, logró arrancar un compromiso para la entrada en servicio en Asturias de un centro que se dedicara en exclusiva a la atención de los mineros y de la enfermedad silicótica. 43 años después no duda en asegurar que «lo que están haciendo es una barbaridad». Menéndez Hevia dirigió el instituto allá por el año 2000. «Este centro es un orgullo para la sanidad pública y un instituto valiosísimo en el tratamiento de las enfermedades laborales». Recuerda dicho especialista que Silicosis fue pionero no solo en el abordaje de esta patología, sino en implantar la ventilación mecánica domiciliaria, entre otras muchas prestaciones. Como Menéndez Hevia muchos trabajadores del antiguo centro se confesaban ayer «tristes por la desaparición del instituto tal y como lo conocemos desde 1970».

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