Puesto que este año no hubo brindis oficial ...
“Apuntes para un brindis navideño de concordia”
Cruce de discursos ficticio entre el consejero de Salud, Ramón Quirós, y los médicos de atención primaria
PABLO ÁLVAREZ. Corresponsal de Sanidad de La Nueva España
Queridos médicos:
Hace ahora un año, en un brindis como éste, os di los tres consejos que tanto os soliviantaron. Tal vez marcaron el inicio de nuestro divorcio. Sin duda, no estuve en mi mejor momento. Como algunos de mis colaboradores me ha reprochado, mejor me habría limitado a aquello de «sólo desearos unas felices fiestas y un próspero bla, bla, bla». También os digo que aquellas palabras se sacaron de contexto y se magnificaron. Pero es verdad: las dije. Y no soy precisamente un experto en apagar fuegos, lo reconozco.
Este año nos hemos peleado. Mucho. No era mi intención, pero tampoco me daba miedo. Sigue sin dármelo. Pienso que en la empresa para la que trabajamos los gastos están disparados. Pienso que la asistencia que damos es bastante mejorable. Pienso -y sabéis que es cierto- que en esta empresa quien quiere trabaja, y quien no quiere, no trabaja, y que a fin de mes todo el mundo cobra lo mismo. Pienso que llevabais varios años de un cierto «refalfio», consiguiendo mejoras retributivas y laborales muy considerables (ya las quisieran para sí la inmensa mayoría de vuestros pacientes) y a cambio de nada. ¿Que era algo que se os debía? Vale, pero entiendo que esto no puede seguir así. Más que nada, porque a este ritmo, con la gente buscándose asistencia privada y con los trabajadores en un estado de desmotivación progresivo, la empresa no tiene futuro.
No he conseguido que estas ideas calen entre vosotros. Pienso que estoy ganando la batalla de la opinión pública, que he conseguido la alianza de muchos ciudadanos. Pero sé que nunca como ahora los médicos de los centros de salud habíais estado tan de uñas contra una autoridad sanitaria. Lo lamento. Me cuentan que a cada paciente que acude a vuestras consultas le echáis un mitin de tres o cuatro minutos como poco. Mal síntoma. Y no quiero pensar lo que puede ocurrir si me meto a fondo a erradicar bolsas de ineficiencia en los hospitales. Igual me quemáis la Consejería (si decidís hacerlo, mejor el edificio antiguo, no calcinéis el Calatrava).
Tengo muy claro que, sin vosotros, pocos de nuestros planes pueden salir adelante. Quizá ninguno. Sé que he fallado en las formas, que quizá mi estilo verborreico y de apariencia prepotente os ha sacado de quicio. Pero debo deciros que, de fondo, sólo hay un deseo de mejorar la sanidad, y que eso ha de beneficiar a todos, porque todos la necesitamos. Voy a reconsiderar mi actitud y a empezar de nuevo. Tal vez me ha faltado hablar con vosotros. Pensé que os conocía, pero se ve que no. No me esperaba una reacción tan virulenta. Y eso que, por una vez, no pedís dinero. Voy a intentarlo de nuevo con más tacto, aunque ya me queda poco tiempo, porque no creo que el Presidente Areces me permita llegar a las elecciones autonómicas de 2011 a golpe de medida impopular.
Bueno, dejo aquí mi discurso navideño. No quiero irritaros de forma innecesaria, que sé que andáis susceptibles. Eso sí: procurad desayunar en casa, para llegar al trabajo con fuerza. Lo del periódico y la fisiología, a vuestro aire, pero si podéis hacerlo al mismo tiempo, mejor. ¡Feliz 2009!
Querido Consejero:
Hace un año estuviste insoportablemente chulo y grosero, y en los doce meses siguientes sólo has renunciado a lo segundo. No nos sentimos bien tratados. Te has equivocado de la cruz a la raya. Quisiste ir de listo, y a los médicos no nos gusta que nadie nos dé lecciones sobre casi nada, y menos sobre nuestro trabajo. Quisiste montar una «revolución» con un batallón de médicos cuarentones y cincuentones... ¡Ay, infeliz! Léete los libros de Historia. ¿Cuántas revoluciones conoces que hayan sido protagonizadas por la burguesía cincuentona?
Hombre, Consejero, que llevas, como nosotros, 25 años de médico y aún no nos conoces. Puedes intentar sacar más partido a nuestra experiencia, que es mucha y muy valiosa. A algunos incluso puedes pedirnos un nuevo esfuerzo en determinados proyectos que nos ilusionen... Pero pretender que la mayoría de nosotros renuncie a derechos que consideramos adquiridos (las conquistas del bienestar -las famosas tardes- siempre se toman como irreversibles) y nos embarquemos en un proyecto de gestión clínica que más bien parece un intento de colectivizar el fracaso en tiempos de vacas flacas... pues no, mira. Y sabes que contra los médicos poco puedes hacer. Si quieres, probamos, y un mes, el que quieras, echamos el «boli» a volar y a ver en cuánto dejamos la factura de medicamentos.
Como bien dices, no pedimos más dinero. No lo necesitamos, es cierto: por eso no queremos hacer guardias. Lo que queremos es que quites algunos obstáculos de nuestro trabajo (la dichosa burocracia, cubriendo papeles que puede resolver un auxiliar administrativo; las avalanchas de pacientes en algunas zonas...) y que nos dejes envejecer tranquilamente, aprovechando, eso sí, la sabiduría que nos han dado los años. Somos amigos del sistema sanitario, pero a nuestra edad ya no estamos interesados en casarnos con él. ¿Que quieres hacer una revolución con los chavales que ahora empiezan? Bien, ánimo. Aunque auguramos que te va a salir caro: la plantilla va a andar justa y todos han llegado a la Universidad -cosa que no ocurría en nuestra época- con una nota mínima de casi un nueve y con la sensación de haber aprobado ya una primera oposición. Por lo tanto, van a ser muy exigentes.
Mira, Consejero. Lo mejor es que te apliques a mejorar las condiciones de nuestro trabajo, de modo que podamos resolver más problemas de nuestros pacientes, y que te olvides del resto. Mejor dicho, que te metas a fondo donde están los verdaderos problemas: en los hospitales, que son la herida por la que se desangra la economía sanitaria y donde el nivel de escaqueo de algunos de nuestros colegas puede llegar a ser cósmico. Sitúate una mañana entera en la puerta del centro de salud del Cristo, en Oviedo, y toma nota de a qué hora llegan y se marchan muchos médicos del Hospital Central. Eso sin entrar a analizar lo que hacen dentro. Ciertamente, ellos replicarán que nuestro trabajo se limita a echar una ojeada al paciente y cubrir el consiguiente volante para el especialista. Pero compara los gastos en primaria y especializada y decide dónde te merece la pena quemarte.
Lo dicho, Consejero. Como es Navidad, podemos hablar de las guardias: las menos que se pueda, por favor, que estar doce horas seguidas viendo enfermos es agotador, y más a ciertas edades. Ahora bien, lo de la jornada ordinaria de tardes y lo de socializar la crisis mejor te lo guardas. Cuéntaselo a las nuevas generaciones.
Procuraremos desayunar algo en casa. De la fisiología, confórmate con que, con tal volumen de enfermos, no «la caguemos». Y sobre el periódico, cuanto menos te veamos en él, mejor. ¡Feliz 2009!
0 comentarios