El HUCA debe marcar una nueva frontera en la sanidad asturiana que arrastre con sus protocolos y pautas de actuación al resto de hospitales y a los centros de atención primaria.
OPINIÓN EDITORIAL EN EL COMERCIO DIGITAL
El HUCA, a un año vista
LA OBRA CIVIL del nuevo Hospital Universitario Central de Asturias está próxima a finalizar, pero queda por hacer lo más importante: la captación de profesionales solventes y la dotación tecnológica
El hospital presentará un nivel máximo de digitalización
El Principado y las empresas que construyen el nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) han anunciado que la obra estará terminada en el mes de abril del próximo año, con lo que el plazo de ejecución previsto inicialmente sólo quedaría rebasado en cuatro meses, un tiempo mínimo si se tiene en cuenta que durante la negociación del sobrecoste (54,5 millones de euros) las obras estuvieron prácticamente paralizadas. Se prevé que la entrada en servicio de las instalaciones hospitalarias se demorará otros ocho o nueve meses, tiempo necesario para acondicionar el nuevo material médico, el resto de equipamientos sanitarios, y ubicar al personal y a los pacientes.
Para los responsables del actual Hospital Central, el nuevo HUCA nace con la ambición de ser el mejor hospital de España, algo que vendría avalado por el equipamiento tecnológico que se pretende instalar, como la dotación de un quirófano híbrido (susceptible de simultanear la cirugía cardiaca con el uso de elementos de radioterapia), único en el país, otros doce quirófanos informatizados y las herramientas para realizar cirugía robótica. La digitalización de todas las bases de datos y comunicaciones del centro, o la incorporación de ordenadores a las camas, evidencian la apuesta por la renovación tecnológica.
El proyecto del HUCA nació tras una intensa controversia entre el Gobierno de Aznar y el Principado sobre la conveniencia de construir el nuevo hospital, tesis defendida por el Gobierno de Areces, o la posibilidad de ofrecer asistencia hospitalaria a través de una reforma integral del actual Hospital Central, como se proponía desde Madrid. La falta de acuerdo de las administraciones, en una época en que las competencias de sanidad estaban en manos del Insalud, hizo que el proyecto del HUCA, a diferencia de otros centros semejantes construidos en otras comunidades autónomas, naciera con un déficit de apoyo político y económico, lo que contribuyó a que algunos de los aspectos del proyecto inicial tuvieran que ser redimensionados posteriormente.
Frente a la idea original de apostar por un diseño horizontal, con muy pocas alturas y baja dependencia del uso de ascensores, se acabó imponiendo una edificación de nueve alturas en los espacios destinados a hospitalización, en línea con el diseño de los centros tradicionales. El futuro complejo hospitalario ocupará 49.000 metros cuadrados más que los previstos inicialmente, aumentando destacadamente la zona de consultas externas y el área de oncología, lo que supone una clara mejora y está en consonancia con la filosofía del HUCA de aumentar la atención y la cirugía ambulatoria. Otro tipo de cambios sobre el proyecto inicial, como la renuncia a trasladar todos los estudios de Medicina a una nueva Facultad junto al Hospital, optando por la separación entre los cursos preclínicos, en el Campus del Cristo, y los clínicos, en La Cadellada, resultará problemática, y sólo se puede entender como una salida a corto plazo ante la dificultad para destinar más recursos económicos al proyecto del HUCA, que asciende ya a los 259,5 millones de euros. De las actuaciones anexas están pendientes por construir los enlaces con la autopista Y, la AS-II y la ronda de Oviedo, que tienen un plazo de treinta meses de ejecución.
El HUCA contará con 1.039 camas, frente a las 1.200 del actual hospital. La polémica sobre el número de camas idóneo para el HUCA se remonta a mucho tiempo antes de la presentación del proyecto, dividiéndose la opinión entre los partidarios de contar con más camas que las del actual Hospital Central, debido a las demandas de una población envejecida, y los que quieren evitar las disfunciones de un macrocentro con muchos enfermos residentes, y abogan por menos camas, hospitalizaciones cortas y atención externa, tesis a la que responde el HUCA. Con independencia de la opción elegida, hay algunos objetivos propuestos sobre la hospitalización de pacientes que han quedado rebajados, como la promesa de que la mitad de las habitaciones fueran de uso individual. La calidad asistencial del siglo XXI demanda ese tipo de prestaciones, en las que la sanidad pública va por detrás de la privada.
Una cuarta parte del material del actual Hospital Central se trasladará al HUCA, que servirá de complemento a la nueva dotación que se va a adquirir a través de una inversión de 62 millones de euros. Una vez que se termine la obra civil, está previsto acometer otro capítulo de inversiones en equipos sanitarios, aún sin presupuestar. Toda generosidad en el empleo de recursos es poca a la hora de dotar tecnológicamente el HUCA, ya que marcará los límites de la medicina que se practique en Asturias.
En el proyecto del HUCA sólo hay un factor que es aún más importante que el equipamiento tecnológico: la cualificación del personal médico. El objetivo de crear una veintena de áreas de gestión, cada una con un coordinador, obligará a elegir muy bien al equipo de coordinadores que decidirán los protocolos de actuación e investigación del HUCA. En el Plan de Recursos Humanos deben quedar plasmados los perfiles del personal, debiendo actuar con la máxima ambición tratando de incorporar a los mejores profesionales para liderar el proyecto. El HUCA debe marcar una nueva frontera en la sanidad asturiana que arrastre con sus protocolos y pautas de actuación al resto de hospitales y a los centros de atención primaria. Queda un año para ultimar el proyecto.
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