La temida vuelta al trabajo y sus consecuencias
puede causar problemas de salud
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Ampliar fotoPor Pilar Vilella
Tras el ansiado verano, de las playas y la compañía de familiares y amigos, la vuelta al trabajo puede resultar, cuanto menos, brusca, e incluso provocar graves problemas de salud. No son excusas para no volver a la oficina; se llama Síndrome Postvacacional, y puede llegar a provocar, además de depresión y tensión, problemas digestivos y de jaqueca. Y este año, con la crisis, la vuelta al trabajo no solo causará depresión por ver que nuestras vacaciones finalizan. Cada vez más se extiende el llamado "síndrome del miedo al paro", pues crece el número de personas abrumadas por el temor al desempleo
El Doctor en Psicología Valentín Martínez-Otero, experto en la materia, explica en este artículo las pautas para superarlo, los síntomas más comunes e incluso cómo puede llegar a afectar a los más pequeños de la casa, abrumados por la vuelta al colegio.
-¿Cuándo se sabe realmente que una persona sufre este trastorno?
- Suele experimentarlo un buen número de trabajadores tras un paréntesis vacacional prolongado. Sobre todo afecta a quienes están inadaptados en el trabajo, porque les disgusta la actividad, por malas relaciones interpersonales, etc. Es un malestar que puede verse acompañado, según los casos, de ansiedad, decaimiento, irritabilidad* sin que por ello deba considerarse un trastorno propiamente dicho. Los indicadores de esta incomodidad se reparten por la vertiente psíquica y física: miedos de diversa índole, preocupación, tensión, pensamientos negativos asociados al trabajo, falta de energía, tristeza, malhumor, dolores de cabeza, dificultades para conciliar el sueño o interrupciones constantes del mismo, trastornos digestivos*
-¿Qué recomienda para superarlo?
- Tomar conciencia de que, en la mayor parte de los casos, es algo pasajero, ya que no suele durar más de una o dos semanas; dosificar las fuerzas, porque el curso laboral es largo; favorecer unas condiciones laborales dignas; es muy importante también establecer relaciones personales positivas, caracterizadas por la confianza y el respeto. Es positivo aprovechar el tiempo libre de cada día y de los fines de semana. Desarrollar los propios proyectos, sentir que uno traza el propio rumbo; realizar actividad física moderada adaptada a las propias características; dieta equilibrada; regularizar los horarios; mantener una actitud mental positiva.
-¿Es necesaria una baja para superarlo?
- No, en absoluto. La baja habría que dársela a los trabajadores que presentasen una enfermedad. Si transcurridas unas semanas se advierte depresión, ansiedad intensa, estrés u otro cuadro clínico se precisaría asistencia especializada que debería dictaminar lo que corresponda.
-Con el tema de la crisis, ¿piensa que este año puede agravarse el problema?
- Puede incrementarse el síndrome postvacacional entre los que no consigan desconectar del trabajo durante las vacaciones por la mayor preocupación a perderlo. En rigor, cada vez más trabajadores experimentan lo que podríamos denominar "síndrome del miedo al paro", pues crece el número de personas abrumadas por el temor al desempleo. Muchas de las molestias son compartidas con el llamado síndrome postvacacional.
-¿Cuánto dura aproximadamente el síndrome?
- No suele durar más de dos semanas. Se presenta en gran número de trabajadores, aunque con desigual intensidad. Es un desajuste producido por el cambio, es decir, por el tránsito de la libertad y el ocio de un periodo más o menos largo de vacaciones a otro caracterizado por la sujeción a los horarios.
-¿Cuál es el perfil de la gente que lo sufre?
- No hay un perfil único, pero afecta más a las personas ansiosas y que propenden a la depresión, y, por supuesto, a todos aquellos que están insatisfechos o inadaptados laboralmente.
El síndrome post-vacacional también afecta a los niños
No solamente los adultos sienten la presión de tener que volver a retomar la jornada laboral. Los más pequeños de la casa tienen miedo de volver al colegio después de unos largos meses en la playa. Por eso, el Doctor Valentín Martínez-Otero da unas pautas para que esta vuelta sea lo menos traumática posible.
Los niños más afectados por este problema son particularmente los inseguros, inhibidos, inestables, con baja autoestima, que están inadaptados escolarmente, que tienen malas relaciones con compañeros o profesores, etc. También puede incrementarse cuando hay poca sensibilidad inclusiva en los centros escolares, o cuando se cambia de nivel, por ejemplo, del colegio al instituto, o del instituto a la Universidad.
Hay que insistir en la necesidad de construir ambientes escolares acogedores, aptos para el aprendizaje y el desarrollo personal.
El objetivo se centra en buscar una incorporación gradual. El retorno no ha de ser brusco. En este sentido, es bueno ir ajustando los horarios a lo que va a ser el curso. Mantener una actitud más flexible, comprensiva, empática y dialogante con el hijo/alumnos los primeros días. Hablar con ellos sobre sus preocupaciones. Los maestros y profesores también deben favorecer el proceso de adaptación sin sobrecargas iniciales que sean contraproducentes. Favorecer las buenas relaciones del niño con compañeros. Mostrar lo positivo del regreso, las posibilidades de avanzar en el aprendizaje, ver de nuevo a los amigos y compañeros, etc. Los padres deben saber que se trata de un malestar pasajero. Es un buen momento para planificar el curso con ayuda de maestros. Los programas deben ser flexibles, realistas y personales. También hay que aprovechar el tiempo libre de cada día y de los fines de semana
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