No tenemos medios diagnósticos suficientes para saber con certeza qué tumores van a ser agresivos y poner en peligro la supervivencia del paciente y cuáles no, aducen los urólogos.
Actualidad del cáncer. Diagnóstico y tratamiento.
Tumores de próstata bajo sospecha
La Consejería de Salud sostiene que a causa da la detección precoz dos tercios de los casos de cáncer prostático reciben tratamiento pese a que nunca habrían causado problemas.
Oviedo, Pablo ÁLVAREZ, en La Nueva España
¿Son útiles los procedimientos de diagnóstico precoz del cáncer? Sobre el papel, la detección temprana de un tumor sólo puede generar efectos positivos: se descubre antes y así es posible aplicar antes un tratamiento. Sin embargo, la realidad parece indicar que existen casos en los que la identificación anticipada de un tumor también puede originar consecuencias perversas.
En el caso del cáncer de próstata, la controversia está servida. Las estadísticas están disparadas. Si en la década de los noventa se registraban en Asturias 404 casos anuales de cáncer prostático, en los primeros años del presente siglo se ha llegado a 652. Los tumores de próstata ya son los más frecuentes entre la población masculina del Principado, tras superar a los de pulmón.
¿Significan estas cifras que estamos ante un aumento real de los tumores prostáticos? El epidemiólogo asturiano Martín Caicoya, técnico de la Consejería de Salud del Principado, ofrece una respuesta contundente: los procedimientos de detección precoz del cáncer de próstata -y muy singularmente el análisis del PSA- provocan que dos tercios del total de los casos reciban tratamiento pese a que «nunca habrían generado problemas y el paciente podría haber convivido con esas células sin mayores problemas».
Entre tanto, la Sociedad Asturiana de Urología subraya los efectos positivos del diagnóstico precoz del cáncer de próstata. «Recientemente se ha demostrado una reducción de la mortalidad específica por este tumor en poblaciones en las que se hacia cribaje con PSA», sostiene José Luis Martín Benito, presidente de la Sociedad Urológica Asturiana.
Martín Caicoya pone sobre la mesa un debate muy activo en algunos ambientes científicos: un problema «común a todos los tejidos, que en el caso del cáncer se manifiesta en próstata, mama, cérvix y colon». El origen del mismo radica en la relativa sencillez de obtener células de la próstata. «Se parte del supuesto de que la morfología, que es en lo que se basa el diagnóstico de un tumor, predice la evolución de ese tejido, y, en definitiva, la vida del individuo», explica el doctor Caicoya, coordinador de programas de la Dirección General de Calidad e Innovación de la Consejería de Salud.
La detección precoz del cáncer implica, de algún modo, avanzar «río arriba», detectar las células cancerígenas en estadios tempranos; pero ocurre que cuanto mayor es la precocidad de la identificación «mayor es la indeterminación de las células que se detectan y más difícil resulta predecir cómo van a comportarse», indica el epidemiólogo.
Dicho de otra manera: se detectan más células cancerígenas, pero resulta imposible saber cuáles van a progresar hasta convertirse en un tumor. Martín Caicoya acude a los números. «Se sabe que en un tercio de los casos se produce una progresión, en otro tercio una regresión y el otro tercio queda durmiente».
Sin embargo, a nadie se le escapa que, una vez que se conoce la existencia de esas células, resulta muy difícil que el paciente se quede tranquilo y se conforme con una estrategia de simple vigilancia mediante biopsias. El doctor Caicoya pone de relieve que las sociedades científicas han alcanzado un consenso: que la decisión sea adoptada «de forma conjunta por el médico y el paciente, después de haber puesto sobre la mesa las ventajas y los inconvenientes de cada opción».
Los principales inconvenientes son los que se derivan de la prostatectomía radical, señala Martín Caicoya, quien precisa que la extirpación de la próstata «produce un porcentaje notable de casos de impotencia y de incontinencia urinaria». El epidemiólogo matiza que «es cierto que los urólogos cada día son más precisos en la cirugía y cada vez hay menos efectos adversos, pero los hay».
Según el doctor Caicoya, recientemente incluso el descubridor de la PSA -análisis de sangre que determina el nivel de una proteína indicativa del cáncer de próstata- «está preocupado porque, como consecuencia de las pruebas de PSA, están detectándose muchos tumores que nunca habrían producido la muerte del paciente».
El técnico de la Consejería acude también a las estadísticas para enfatizar que «se está registrando un gran aumento de los tumores que se detectan y una pequeña reducción de la mortalidad». ¿Conclusión? «Que muchos de esos tumores nunca habrían comprometido la vida de los enfermos».
No apuesta Martín Caicoya por suprimir las estrategias de detección precoz, sino que llama a tomar en consideración el «coste» de las mismas, ya que «para que un pequeño porcentaje de personas se beneficien del tratamiento hay que tratar a muchas otras que sólo reciben perjuicios». Como cuestión adicional, «uno nunca sabrá, si se trata, a qué grupo pertenece».
La Sociedad Urológica Asturiana se muestra de acuerdo en que «en el momento actual no tenemos medios diagnósticos suficientes para saber con certeza qué tumores van a ser agresivos y poner en peligro la supervivencia del paciente y cuáles no»; pero enfatiza dos extremos, primero: el diagnóstico del cáncer de próstata «siempre es histológico, con biopsia y estudio anatomo-patológico de la misma». Segundo: «Nunca se trata, y menos con técnicas invasivas, a un paciente que no tenga una confirmación histológica en la biopsia».
La Sociedad Urológica Asturiana ha difundido un comunicado para puntualizar unas declaraciones del consejero de Salud del Principado, Ramón Quirós, referentes al diagnóstico del cáncer de próstata, publicadas por este periódico el pasado domingo.
Preguntado ayer por LA NUEVA ESPAÑA, el Consejero precisó que «yo hablé de sobrediagnóstico y no de diagnóstico erróneo, que son cosas distintas», y expuso una postura similar a la de Caicoya. Según el Consejero, la determinación del PSA en varones asintomáticos por un criterio de edad «lleva a buscar activamente y a diagnosticar muchos tumores, la mayoría incipientes, que no hubieran progresado a cáncer clínico». En consecuencia, «se diagnostica patología irrelevante que no tiene ningún efecto ni sobre la supervivencia ni sobre la calidad de vida».
Quirós basa su postura sobre el cribado de cáncer de próstata en trabajos recientemente publicados en revistas como «Journal of the National Cancer Institute» y «New England Journal of Medicine», y en conclusiones del profesor Otis W. Brawley, director médico de la American Cancer Society.
La posición de la Sociedad Urológica Asturiana
José Luis Martín Benito, presidente de la Sociedad Urológica Asturiana, sintetiza la postura de esta entidad acerca del tratamiento del cáncer de próstata.
1. El diagnóstico del cáncer de próstata siempre es histológico, con biopsia y estudio anatomo-patológico de la misma.
2. Nunca se trata, y menos con técnicas invasivas, a un paciente que no tenga una confirmación histológica en la biopsia.
3. En Asturias no se hacen programas de cribado («screening») masivos a la población general. Sin embargo, sí que se aconseja la determinación de PSA en varones mayores de 40 años con antecedentes familiares de cáncer de próstata y en aquéllos mayores de 50 años que consultan con su urólogo por tener síntomas urinarios o porque desean conocer su PSA.
4. Es importante informar adecuadamente a los pacientes que se van a realizar un PSA sobre las consecuencias que esto puede acarrear, como necesidad de biopsias, a veces repetidas, y controles sucesivos. Se ha de individualizar la indicación.
5. Tradicionalmente se discute la utilidad del diagnóstico precoz del cáncer de próstata en relación con la supervivencia. Recientemente se ha demostrado una reducción de la mortalidad específica por este tumor en poblaciones en las que se hacía cribaje con PSA.
6. Es verdad que algunos de los tumores que se diagnostican por aumento del PSA no tendrían transcendencia clínica («tumores latentes») ni afectarían a la esperanza de vida del paciente. Sin embargo, en el momento actual no tenemos medios diagnósticos suficientes para saber con certeza qué tumores van a ser agresivos y poner en peligro la supervivencia del paciente y cuáles no. Se confía en disponer, en un futuro próximo, de marcadores genéticos y moleculares que definan la agresividad del tumor y, por tanto, la necesidad de tratamientos agresivos, no exentos de secuelas.
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