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Celebración de un debate sobre el futuro de la sanidad…

Celebración de un debate sobre el futuro de la sanidad…

Participantes: Ángel López (IU), Manuel Sarachaga (economista), Antonio Matador (Simpa), Juan Luis Rodríguez-Vigil (ex presidente del Principado), Iñigo Noriega (director de EL COMERCIO), Carlos Galcerán (PP), Eduardo Sánchez Guardado (PSOE) y Dacio Alonso (UCE).

Nuevo HUCA: ¿revulsivo o lastre?

Los expertos opinan que «no se han hecho los deberes previos» para que el futuro centro se convierta en referente nacional

El nuevo hospital se debate entre ser «una oportunidad de cambio» o «una losa financiera»

Laura Fonseca en El Comercio.

El nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se debate entre ser un revulsivo o un lastre económico para la región. Los expertos convocados por EL COMERCIO para la celebración de un debate sobre el futuro de la sanidad, del que hoy se ofrece la segunda entrega (VER PRIMERA ENTREGA HACIENDO CLIC AQUÍ), consideran que Asturias tendrá que jugar muy bien sus cartas para que el futuro complejo hospitalario logre convertirse en referente nacional. En su día, el vetusto Hospital General (ahora aquejado por el paso de los años) logró situar al Principado a la cabeza de la sanidad nacional. Allí, por ejemplo, nació el sistema MIR que ahora se emplea para formar a los médicos residentes de todo el país. «La gente se peleaba por venir a trabajar en la sanidad asturiana», recuerda el expresidente del Principado y exconsejero de Sanidad y Servicios en la época de Rafael Fernández y de Pedro de Silva. A Juan Luis Rodríguez-Vigil le tocó vivir muy de cerca el proceso de construcción del nuevo hospital. Pero no el que se erige en La Cadellada y que previsiblemente será abierto a mediados de 2012, sino el que se proyectó allá por 1990, que no llegó a prosperar . «Nadie mejor que yo sabe que el complejo hospitalario de El Cristo era un sindiós y que se encontraba en una situación insostenible. Recuerdo que tuvimos que hacer decenas de reparaciones por la noche, para que la gente que trabajaba allí no se enterara del mal estado en el que se encontraba el edificio y no cundiera la alarma», relata Rodríguez-Vigil.

A la hora de valorar qué papel jugará o debería jugar el HUCA en la sanidad asturiana, las opiniones son divergentes. Hay quien ve en La Cadellada «una oportunidad de cambio, un revulsivo y una apuesta decidida por la sanidad pública», como Eduardo Sánchez Guardado, responsable de Sanidad en la Ejecutiva de la Agrupación Socialista Gijonesa, y Dacio Alonso, presidente de la Unión de Consumidores (UCE). Sin embargo, otros, como Carlos Galcerán, diputado del PP, opinan que «será una losa financiera» y dudan de que el HUCA sirva de articulador para un cambio sanitario, una duda a la que también se suma el secretario general del Sindicato Médico (Simpa), Antonio Matador: «Soy pesimista por cómo veo que van las cosas en la sanidad asturiana, donde no se cuenta para nada con los profesionales, que serán el motor real del HUCA».

En medio de esos extremos contrapuestos se ubica el economista Manuel Sarachaga, que pese a asegurar que «ha sido evidentemente un proyecto caro y con desviaciones elevadas nada positivas», considera que el futuro hospital «hay que verlo en positivo, entre otras cosas porque ya no hay marcha atrás». Eso sí, para Sarachaga es imprescindible flexibilizar la gestión del HUCA, porque «no se puede poner un motor Ferrari en un Seat 600».

Ángel López, responsable de Sanidad en IU, que ejerció el cargo de director general de Salud Pública en la pasada legislatura, reconoce que «la situación del viejo hospital era insostenible». A él le gustaría pensar que el futuro complejo será una oportunidad de cambio para la sanidad regional, pero cree que todo el proceso «se ha quedado en una operación muy continuista». Así las cosas, considera que «no se ha hecho el trabajo previo adecuado para que el HUCA inaugure un nuevo modelo de gestión sanitaria». Por eso «no creo que La Cadellada pueda llegar a actuar como locomotora de nada».

Tecnología cara

A esto se suma otro handicap: «La construcción del nuevo hospital era una operación necesaria que nos llegó en el peor momento, como es la crisis económica», apunta López. Porque «en el imaginario colectivo está la idea de que el HUCA va a tener la mejor dotación y los equipos más punteros y eso, hay que pagarlo», detalla.

Galcerán también aprovecha para insistir en el peso económico que durante muchos años dejará el nuevo hospital en las arcas del Principado. «Los sobrecostes del proyecto están ahí. Esta obra se licitó en 205 millones de euros, pero acabará costando 450, si sumamos desviaciones, equipos técnicos, informática y mobiliario», dice.

Sobre este asunto, Rodríguez-Vigil puntualiza que «los sobrecostes del HUCA son un mito. Siempre dije que era una equivocación política 'vender' que el nuevo hospital iba a costar tan poco. Cuando la obra fue adjudicada en 205 millones de euros, ya advertí que en realidad el proyecto iba acabar saliendo por más de 350 millones, porque no puedes hacer metro cuadrado de hospital a precio de vivienda de protección oficial. Ellos mismos se metieron en un embolado».

Rodríguez-Vigil también considera que se ha perdido tiempo y oportunidades para iniciar cambios antes de que La Cadellada eche a andar. «Se tendría que haber enviado a un 20% de la actual plantilla a formarse y perfeccionarse fuera». En este sentido, asegura que «Asturias ya no es referente nacional en materia sanitaria y pretende vivir de lo que algún día fue, y eso es un error».

Gestión clínica

No se puede hablar del futuro hospital sin referirse a la gestión clínica, el nuevo modelo organizativo que la Consejería de Salud quiere implantar en La Cadellada. El inicio de estas áreas ha sido accidental, ya que fueron recurridas por las organizaciones profesionales y su constitución ha sido paralizada en seco, de momento. Una de las voces críticas ha sido precisamente el Sindicato Médico. Antonio Matador, su actual responsable, explica que «el Simpa no está en contra de la gestión clínica, que nos parece un buen sistema ya que devuelve competencias a los médicos, sino en la forma en que fue implantada. Ha sido un proceso sin participación y de selección a dedo».

Para otros contertulios, como Dacio Alonso, «las unidades de gestión, al margen de posibles deficiencias en su puesta en marcha, son positivas, porque intentan medir parámetros y no sé porqué, pero cuando empiezas a medir, el gasto tiende a bajar». Sarachaga es otro de los especialistas que defiende este modelo de gestión. «A lo mejor es verdad que hubo fallos, pero hay que dejar que echen a andar», dice.

Rodríguez-Vigil también rompe una lanza a favor de estas nuevas fórmulas, aunque «hacerlo de forma aislada no funciona». La gestión clínica generalizada permitiría saber, entre otras cosas, el coste real de la sanidad. «Ahora mismo, el sistema sanitario no tiene un sistema de contabilidad presupuestaria. Lo que está sucediendo en un hospital nadie lo sabe, ni siquiera los gerentes. De ahí que muchas facturas vayan al cajón, y eso es gravísimo».

Pasar de 8 a 4 áreas sanitarias y unir las gerencias

15.11.10 – El Comercio

Una de las propuestas más concretas puestas sobre la mesa fue la fusión de áreas. El actual mapa sanitario se divide en ocho zonas con cabecera en Jarrio, Cangas del Narcea, Avilés, Oviedo, Gijón, Arriondas, Langreo y Mieres. Pues bien, IU plantea pasar de 8 a 4 y unificar también las gerencias de Primaria y Especializada para crear la gerencia única. La coalición llevó esta iniciativa en la pasada legislatura pero fue paralizada luego por el PSOE. Otro de los planteamientos, esta vez proveniente del PP aunque compartido por el resto, es avanzar en la centralización de las compras sanitarias. También dotar al Servicio de Salud de más contenido y hacer de la Consejería de Salud un organismo más político que asistencial.

 

Los comarcales deberán establecer alianzas con los hospitales más grandes para mejorar su eficiencia

15.11.10 - L. FONSECA | GIJÓN, en El Comercio.

Otra pieza del complicado puzzle del sistema asturiano de salud son los hospitales comarcales. Nacidos al amparo de un mapa sanitario que se diseñó hace ya 26 años, fueron los referentes de la accesibilidad y la cercanía a los pacientes. Jarrio, Cangas del Narcea, Valle del Nalón y el Álvarez-Buylla, en Mieres, se ganaron un peso específico en la sanidad regional. Arriondas fue el último en incorporarse en 1998. Con él, Asturias pasó a contar con un hospital, como mínimo, por cada área sanitaria, formando así una amplia cartera de servicios del que otras comunidades, como por ejemplo, Madrid, carecen.

Pero lo que en las décadas de 1980, 1990 e, incluso, 2000, era motivo para sacar pecho 'sanitario', ahora, con las crisis, corre el riesgo de convertirse en un aspecto negativo. Hay quien empieza a señalar a los hospitales comarcales como centros ineficientes y tal vez innecesarios, sobre todo tras la mejora en las comunicaciones internas por carretera. Antonio Matador, secretario del Simpa y médico de urgencias en Mieres, es consciente de ello: «Hasta hace bien poco los hospitales comarcales eran sinónimo de buena gestión y calidad, pero ahora resulta que nos los quieren presentar como caros e ineficientes», se lamenta.

Ninguno de los participantes en el debate de EL COMERCIO se ha decantado públicamente por la desaparición de estos centros. Son conscientes de que se trata de un asunto, cuando menos, espinoso, y optan por proponer modificar su tradicional funcionamiento. Tanto PSOE como PP e IU los consideran «elementos fundamentales de cohesión y piezas irrenunciables del sistema sanitario asturiano». Pero los matices a esta declaración de intenciones surgen a la hora de concretar el futuro para los comarcales. «Los cambios deben enmarcarse dentro de una reorganización general y profunda de la actual red y debe basarse en tres criterios: mejorar la seguridad, la calidad y el binomio eficiencia/satisfacción», opina Ángel López.

Eduardo Sánchez Guardado también cree necesario «revisar su cartera de servicios» y plantea la posible unificación de áreas infrautilizadas. El economista Manuel Sarachaga va un poco más allá y habla de «encontrar un equilibrio que hiciera posible mantener la prestación de servicios al ciudadano al tiempo que la seguridad, la calidad asistencial y la propia sostenibilidad financiera, acuciante más que nunca en estos tiempos de crisis». Considera razonable, por ejemplo, «definir un umbral mínimo de actividad para implantar determinadas especialidades» o que los comarcales establezcan alianzas con hospitales más grandes. «Esa alianza no significaría la desaparición de servicios, sino que sería gestionado conjuntamente con el del hospital mayor, como si fuera un centro de referencia».

Para Rodríguez-Vigil «la actual configuración de buena parte de los hospitales comarcales, tanto en la zona centro como de las alas, tiene dudosa justificación, ya que se trata de centros inspirados en una concepción que los configuraba como organizaciones cerradas sobre sí mismas, con tendencia a la autosuficiencia en los servicios, siempre dentro de su nivel asistencial. En estos momentos, cuando se va de Oviedo a Mieres en diez minutos, o de Mieres a Riaño (Langreo) en no más de siete, no se justifica la existencia de hospitales autosuficiente si se quiere que encajen dentro de un esquema asistencial sanitario y racional».

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