Entrevista a JOSÉ ONETO, periodista y autor de libros sobre reflexión política
«El 15-M debe nombrar líderes para evitar que el movimiento acabe frenado»
«Se ha construido un sistema bipartidista que tiene que cambiar, transmite la sensación de que lo mismo da votar a uno que a otro»
La Granda, Elisa CAMPO, en La Nueva España
José Oneto, periodista, autor de libros de temática política y participante habitual en tertulias de radio y televisión, expuso ayer en La Granda una reflexión sobre «El 15-M y la Ley electoral», justo cuando la Puerta del Sol revive las protestas iniciadas en el mes de mayo. Oneto se sumó de esta forma al curso sobre la Ley Electoral dirigido por la escritora y periodista María Teresa Álvarez, viuda de Sabino Fernández Campo.
-¿La indignación nació en primavera, o las semillas ya venían de antes?
-Yo creo que viene de antes. El movimiento refleja un progresivo malestar en determinados sectores sociales radicalizados con la crisis económica que provoca verdaderos desastres dentro de la población española y entre los sectores más jóvenes. Ahí actúa el paro, que crea una situación de crisis total en una población entre los 20 y los 35 años.
-¿Ése es el perfil del «indignado»? ¿Parado de entre 20 y 35 años?
-Luego han ido sumándose jubilados, pensionistas, gente que ha perdido mucho en la crisis económica, que ha tenido que volver a recoger a sus hijos en su casa? Es un movimiento muy permeable y en el que se encuentra gente desde los 17 y 18 años hasta gente de 70.
-Por lo que dice, el dinero, o mejor la falta de él, es el motor fundamental de las protestas...
-El desencadenante sí es la crisis económica, pero en el fondo subyace la crisis política. La sensación de que ese grito que repiten durante todo el tiempo, el «que no nos representan», es verdad. Se ha construido un sistema bipartidista para asegurar el sistema democrático que ahora tiene que cambiar. Transmite la sensación de que es igual votar a uno que a otro: ambos tienen los mismos programas, las mismas actitudes, también la misma forma de abordar los problemas. La sensación es que hay un reparto del poder entre dos partidos nada más, que no hay soluciones imaginativas, y que la fórmula que se aplica para combatir la gran crisis en la que estamos es la misma por parte de unos y otros. Y que, al final, no son los partidos quienes mandan, sino los mercados y el sistema financiero.
-¿Cómo se llegó a esta situación de indignación y de movilizaciones?
-Hay un movimiento de protesta que empieza con la Primavera Árabe, que estalla en Túnez, Egipto y produce la caída de Hosni Mubarak y Ben Alí. Es una oleada que afecta a todo el mundo árabe reclamando libertades pero también, en el fondo, pide un reparto de riqueza, gran parte en manos de la clase política. Yo creo que debe haber una conexión entre todo ese movimiento árabe, ese fenómeno que se produce en la red, y la situación crítica de la economía española: todo son elementos que influyen. Y luego la degeneración progresiva de la política y la progresiva denuncia de corrupción. Se protesta por situaciones como las de los dirigentes políticos que se vuelvan a presentar a las elecciones con casos de corrupción a sus espaldas. Y que los sistemas políticos quieran cambiar a los sistemas financieros y al final sea justo lo contrario, que sean los sistemas financieros quienes cambien a los sistemas políticos. Que Nicolás Sarkozy y José Luis Rodríguez Zapatero quieran cambiar el sistema existente y al final ellos han hecho una política contraria a lo que vendieron en las elecciones, obligados por el sistema económico.
-¿Entonces las movilizaciones del norte de África influyeron en el movimiento del 15-M?
-Es un tema que toman como ejemplo los sectores juveniles más conectados con las redes sociales e internet. Se dan cuenta que se han podido conseguir cosas que parecían imposibles. Que regímenes tan fuertes como el egipcio pudieran caer, y sin embargo cayeron. Es un dato que se tiene en cuenta para saber el poder que tiene la comunicación en las redes sociales e internet en el cambio que se está produciendo.
-¿Son estos movimientos la piedra de toque que demuestra el gran poder de las redes sociales?
-Es la gran constatación. Se habla mucho teóricamente de la comunicación real pero hasta ese momento no se había constatado que ese fenómeno pudiera producir cambios. Ahora no hay duda. Y además se plantea hasta dónde puede llegar. Porque a raíz de los «indignados» españoles han salido movimientos en otros países.
-¿Tendrá frutos reales el 15-M? Se les achaca falta de líderes y de ideas comunes...
-Es difícil, tienen gran resistencia a establecer líderes y a ser utilizados. Es un conglomerado muy heterogéneo. Y se está infiltrando gente que no quiere un cambio del sistema sino que son antisistema, que es lo que ocurrió en Barcelona. Parte del movimiento ha sido secuestrado por antisistemas que no quieren la reforma sino su destrucción.
-¿Cómo se puede resolver esa situación?
-Tiene que producirse un debate interno y quieran o no deberán nombrar líderes aunque sean momentáneos. Esa obsesión de que nadie tenga cara y rostro para representar un movimiento puede acabar frenándolo.
-¿El debate sobre la Ley Electoral es consecuencia de su protesta?
-Eso ha sido el efecto inmediato. Alfredo Pérez Rubalcaba ha aceptado parte de las peticiones. Yo creo que hay mucha mezcla de peticiones, algunas difíciles de realizar como la desaparición del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial? pero luego otras racionales. Por ejemplo sobre el caso de las hipotecas el Gobierno ha tenido que aceptarlo, porque era de sentido común.
-¿Algún logro más será posible?
-Ahora vamos a ver de cara a la campaña electoral qué es lo que van a hacer. Por parte del los partidos hay un interés de quitarle protagonismo y de asumir algunas de sus propuestas, cosas que ellos no quieren. Prueba de ello es lo que pasó con Cayo Lara cuando se sumó a una manifestación en Madrid. Son muy reticentes a nombrar líderes, por una parte, y a dejarse utilizar por otra. No se fían de los partidos políticos.
-¿Se estudiará dentro de 30 años el 15-M?
-No lo sé, dependerá de su influencia en la política real. Es una cosa demasiado espontánea y con demasiado eco mediático. Veremos su desarrollo en los próximos seis meses.
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