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Llamazares anuncia la encrucijada para la izquierda en la cita electoral… hay que decidir entre un proyecto abierto y plural o la fragmentación en grupos sólo preocupados por conservar su identidad…

Llamazares anuncia la encrucijada para la izquierda en la cita electoral… hay que decidir entre un proyecto abierto y plural o la fragmentación en grupos sólo preocupados por conservar su identidad…

«El PSOE encaja mal las derrotas y se vuelve autista cuando pierde las elecciones»

Diputado de IU. El político asturiano repasa para LA VOZ la actualidad del Principado y se muestra identificado e ilusionado con las reivindicaciones y propuestas del movimiento 15-M

31/07/2011 Raúl Álvarez, Oviedo, en La Voz de Asturias

Iba a ser una conversación sobre la política asturiana, pero pronto vira hacia la situación nacional. En plena entrevista, llega la noticia sobre el adelanto electoral decidido por José Luis Rodríguez Zapatero. A Gaspar Llamazares no le sorprende. La recibe como la confirmación de un hecho que ya daba por descontado, el final de una legislatura aciaga. A juicio del diputado asturiano de IU, los comicios representarán una encrucijada para la izquierda, que debe decidir entre un proyecto abierto y plural o la fragmentación en grupos sólo preocupados por conservar su identidad. Si triunfa la primera opción, seguirá en la primera línea de la política. Para la segunda ha perdido la ilusión. Estos días anda encandilado con el 15-M y muy decepcionado con la retirada del PSOE asturiano ante Francisco Álvarez-Cascos.

¿Esperaba un candidato de la izquierda en Asturias?

Fue una torpeza de la FSA. Piensan que van a desactivar a Cascos si lo dejan gobernar, pero se equivocan. Le han dejado controlar la disolución de la Junta, que es una baza importantísima. Les puede dejar con el pie cambiado en cualquier momento.

¿Cómo ve la conducta de Foro desde las elecciones?

Cascos viene a darse de bofetadas con el Gobierno moribundo, los partidos que él considera la vieja política y con todo el mundo. Es una escenificación de grandonismo. Luego dirá que no le dejan gobernar y convocará elecciones autonómicas anticipadas.

¿Le sorprende su éxito?

Ante las crisis económicas, se desatan crisis políticas profundísimas. Ya sucedió en 1995, cuando las encuestas sociológicas encontraban a un 20% de la población insatisfecha con la política. Los populistas se aprovechan de estas crisis y les funciona. Está claro que arrebató votos a la derecha tradicional y que arrastró otros votos del agravio y la frustración. Son los factores que le permiten gobernar.

¿Hubiera previsto en enero, cuando se fue del PP, que gobernaría sólo medio año después?

Su investidura es fruto de las perversiones del sistema político y electoral asturiano. Son monstruos creados por las radiaciones de sus propios principios. Sin la división en tres circunscripciones, no sería concebible un presidente con solo 16 diputados. Es un escándalo democrático que sea posible ganar en votos y perder en escaños. Y es inconcebible no poder votar en contra de un candidato en la investidura.

La izquierda habría podido sumar más apoyos.

Esa es otra alteración política. Sé bien, porque lo viví de cerca en 1995, que el PSOE, cuando pierde, coge pataletas. Se echa a la oposición con la misma vehemencia y las mismas ganas con las que agarraría el Gobierno. Es incomprensible que alguien sea investido con 16 votos de 45. Eso no es ni un sistema presidencial, ni proporcional ni democrático. Ese sistema es una rara avis, un monstruo del que sólo cabe esperar problemas.

¿Cómo se va a manejar esa minoría parlamentaria del Gobierno?

Va a ser una legislatura, si es que la tenemos entera, con el ruido y la furia de la cita de Shakespeare. Lo que quiere Cascos es implantarse en Asturias, presentarse como una alternativa frente a lo viejo, plantear enfrentamientos con la Administración central y denunciar un bloqueo de sus proyectos. A continuación, adelantará las elecciones e intentará lograr, si no una mayoría, sí un resultado más importante. Y puede conseguirlo porque la crisis económica es mayor de lo esperado y la sigue la crisis política. La derecha asturiana, que aún es autoritaria, puede verlo como un salvapatrias, el salvador de esa crisis. Y hay otra parte de la población que está entre la resignación y el cabreo y puede ejercer el voto de castigo.

Las elecciones no dejan de ser lógicas si no puede aplicar su programa. Y no tiene mayoría.

No existe un programa de gobierno; es más Asturias no tiene gobierno, tiene un anacoluto. En un sistema parlamentario, quien no tiene mayoría no gobierna. El Principado se dedicará a las campañas publicitarias y a la propaganda. La Administración funcionará por inercia, que no es lo mismo que una gestión eficaz. Cascos usará el Gobierno para preparar la próxima campaña, y ese ha sido el gran error del PSOE. Estamos en un interregno, en aquello que decía CiU de formar un gabinete para convocar elecciones.

Y, mientras, la izquierda se pelea. ¿Hizo mal el papeleo para los fondos de desarrollo la Consejería de Medio Rural gestionada por IU, como asegura el PSOE?

Las mentiras no son de recibo. La conclusión de ese acuerdo fue muy buena. Si el Gobierno central lo rompe y niega la financiación es por las necesidades del ajuste. La gestión de IU en el departamento fue excelente, y así se lo han reconocido al consejero en Madrid.

¿Cómo han podido degenerar tanto las relaciones?

Van mal, es cierto. Es lo que sucede cuando un partido encaja tan mal el resultado electoral, que poco menos que pierde la pelota y deja de jugar. El PSOE se sitúa en la negación, tiene una perspectiva autista. Y a ello suma la amnesia y el distanciamiento del pasado. Sucede algo parecido en Cataluña, donde también niega el Gobierno del que formó parte y se echa en brazos de Convergencia. Aunque si Rubalcaba se aleja de su Gobierno, tampoco extraña que lo haga la FSA.

¿Comparte la idea de IU-Asturias de que el socio preferente del PSOE es el PP?

Da la impresión de que, ahora mismo, su interlocutor favorito es el PP. Se equivoca con esa defensa corporativista del bipartidismo. Eso es lo que están rechazando los ciudadanos y me parece un planteamiento que beneficia objetivamente a Cascos. Ese supuesto bloqueo por parte de una coalición que le impide gobernar es su caldo de cultivo. Le gusta ir contra el viejo sistema.

En ese escenario, ¿qué papel le queda a IU?

La reivindicación de su papel para aportar políticas de izquierdas en tiempos de crisis. Y puede ocupar un espacio muy importante frente a la aberración democrática, con la denuncia de un sistema electoral perverso y la reivindicación del cambio y la regeneración. Porque este método recuerda la colonización de África, trazada a tiralíneas. Se divide la región en circunscripciones sin saber muy bien por qué y no puede haber voto en contra en la investidura. En Madrid nadie se lo cree. Estoy todo el día explicando en twitter que no cerramos ningún acuerdo. La gente alucina. En Extremadura, con todo lo que pasó, se podía votar en contra. En fin, con la tranquilidad que da estar en la izquierda, IU tiene que moverse hacia la construcción de una nueva política, que se va a producir de todas formas. Se necesitan propuestas de frente amplio donde converjan las distintas sensibilidades de la izquierda.

Es un momento de efervescencia: el 15-M, el nuevo Equo de Juan López de Uralde, las propuestas de Iniciativa en Cataluña. ¿Esas búsquedas de nuevas fórmulas son un signo de vitalidad o de desorientación?

Es verdad que conviven dos pulsiones. Una lleva hacia la valentía y la responsabilidad histórica, a una respuesta amplia para reconfigurar la izquierda social, de promover las transformaciones y los cambios democráticos que exige la gente en la calle. La otra es una pulsión que busca al mismo tiempo identidad y pureza, la de quien no quiere confundirse ni mezclarse con el resto de las identidades. Esa conclusión lleva a algunos a vestirse de largo para presentarse a unas elecciones que no están para eso, sino para recoger las aspiraciones de la sociedad y proyectarlas en una política distinta. Si no lo hacemos, perderemos una oportunidad histórica, así que espero que prevalezcan la valentía y la responsabilidad.

¿Le desalienta ver cómo en múltiples foros se da por hecha la victoria electoral del PP en las generales, quizá con una mayoría absoluta?

Si se entiende el calendario como unas elecciones a dos vueltas, el PP logró una victoria aplastante en la primera, la que correspondería a las elecciones autonómicas y municipales. Si no hay movimiento importantes, las proyecciones le dan 11 millones votos y muchas posibilidades de revalidar esa mayoría absoluta. Por eso la izquierda debe moverse hacia unas propuestas abiertas y regeneracionistas que conecten con el 15-M. Nadie puede aspirar a representarlo, pero sí formar un puente entre la crisis y la transformación. El problema es que el PSOE ha dado un giro sobre sí mismo, mientras que yo pido un giro hacia la sociedad, revitalizar la política, transformarla. Pero Rubalcaba sólo quiere cerrar filas para evitar la sangría. Es pan para hoy y hambre para mañana, porque la última encuesta del CIS, aparte de la cocina que tenga, es un espejismo. El deterioro del Gobierno sigue transmitiéndose a su partido.

¿Plasma su participación en Izquierda Abierta, la nueva corriente de IU, esas ansias de otro enfoque de la política?

Es un fermento, pero esa es la principal idea. Se trata de una organización ineludiblemente unida a IU, de la que quiere ser parte esencial. La estrategia del movimiento democrático que está en la calle nos interpela y queremos ser parte de él. Es la izquierda de frente amplio de la que hablaba antes. Y, en la vida interna de IU, será una estructura para dialogar con el resto de la organización. Ahora sólo están el PCE y las organizaciones territoriales. Necesitamos espacio para otra sensibilidad, pero salimos para unir, no para dividir. Que nadie haga otra deducción. Llevamos 10 años en la dirección de IU y no queremos irnos a otra organización.

Cita de continuo y con ilusión al 15-M. ¿Se ha involucrado mucho?

Soy un participante que no representa a nadie. He ido a todas sus manifestaciones como uno más. Es un movimiento de indignación, y creo que también de reacción, que ha ocupado la calle, en la que los ciudadanos sólo podían realizar su función de consumo, para el debate público. Es un cambio trascendente que ha puesto en cuestión la agenda política de los poderosos y ha creado otra. Ha puesto en entredicho el sistema, la galopante degeneración de la democracia conseguida hace tres décadas. Ahí están las consecuencias del golpe de los mercados. Los representantes políticos corremos el riesgo de acabar convertidos en mediadores o intermediarios.

¿Qué saldrá finalmente del movimiento?

Todo lo que Democracia Real Ya ha puesto encima de la mesa. La coincidencia de la crisis económica y la crisis política abre una nueva etapa. No sé si el estado autonómico representó de verdad una segunda transición. Probablemente no. Pero esta si va a ocurrir. No ahora, pero después de la crisis tendrá lugar, para bien o para mal. Si es para mal, acabaremos en una plutocracia donde gobernará el dinero. Si es para bien, lograremos una democracia más participativa.

¿Qué se puede hacer?

Comparto la indignación y la necesidad de transformaciones. IU ya ha llevado algunas al Congreso: la reforma del sistema electoral, la defensa de las iniciativas legislativas y la dación en pago para saldar las hipotecas. Pero se trata de una simple colaboración. No pretendemos representar ni dirigir al movimiento. En eso se basa la recuperación de la confianza de los ciudadanos, en preguntar: ¿qué hace cada uno?

¿Lo verá en primera línea o se alejará al final de la legislatura?

Me ilusionan la formación del frente amplio y las nuevas ideas. He dicho a los compañeros que ahí sí me veo y me gustaría estar. En las políticas cerradas de identidad tengo menos ilusión por participar.

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