Análisis de Josep Borrell
La advertencia de Monti y de Standard & Poors
Foto: Merkel y Monti.
nuevatribuna.es
La rebaja de la calificación de la Deuda de Francia, Austria, España e Italia ha disparado todas las señales de alarma en Europa. Pero mientras el euro sigue su marcha hacia el abismo, Merkel se escuda en esas descalificaciones para seguir pidiendo más austeridad.
Sin embargo, algo fundamental ha cambiado en el mensaje y en el lenguaje de las agencias de notación. Tanto que me siento tentado a dar la razón a S&P, que en el fondo y en la forma, no hace sino utilizar los argumentos que he repetido varias veces.
S&P reconoce explícitamente en sus informes que el agravamiento de la enfermedad del euro obedece a un error de diagnóstico. Los dirigentes europeos no han identificado sino de forma muy parcial las verdaderas causas de la crisis. Y este error les conduce a proponer respuestas incompletas, e incluso contraproducentes, a los problemas del euro. Lo vienen haciendo Consejo tras Consejo, y ya son muchos, desde el del 9 de mayo de 2010.
A S&P le sorprende que los europeos sigan convencidos de que la causa fundamental de la crisis son los excesivos déficits públicos acumulados en los países periféricos. Y por eso la medicina que recetan es rigor presupuestario. Pero advierte que una política basada solo sobre la austeridad presupuestaria va producir resultados contarios a los esperados.
En efecto, los planes de austeridad retiran renta disponible de la mayor parte de la población y causan a todos una gran inquietud sobre el futuro. Menos consumo, menos actividad, menos empleo, menos ingresos fiscales, más déficit, más austeridad, etc.
Un círculo vicioso en el que han caído países como España, Grecia y Portugal, todos ellos amenazados de una recesión por exceso de austeridad. La onda depresiva está ya afectando a Francia y cuando todos los clientes de las exportaciones alemanas no puedan seguir importándolas también Alemania se verá afectada.
La famosa “regla de oro” con la que se pretende exorcizar los demonios del déficit y devolver la confianza a los mercados tampoco sirve de mucho. En realidad si esa regla hubiese estado en vigor en el pasado en España tampoco se hubiese evitado la crisis porque antes de 2008 España tenía superávit y cumplía con brillantez la regla áurea. Y mientras tanto Alemania tenía un déficit récord. Pero la crisis se ha llevado por delante al país que, según esa regla, era el más virtuoso y en cambio el que no la cumplía ha capeado bien el temporal... Al menos por el momento.
Alguna otra razón y alguna otra explicación debería tomarse en cuenta.
Todo eso creo haberlo dicho ya varias veces en mis artículos e intervenciones públicas. No suena muy original repetirlo aunque los hechos me estén dando la razón. Pero la gran novedad es que no me estoy repitiendo: ¡es Standard &Poors quien lo dice!
En efecto, prácticamente todo el anterior texto es una traducción literal de la explicación que ha dado Moritz Kraemer, director del calificación de las Deudas soberanas europeas de Standard & Poors, para justificar las rebajas de calificación que han hecho temblar a Europa.
Vivir para ver. La misma agencia que empujó a los gobiernos a aplicar esos planes de austeridad bajo la amenaza de degradar la calificación de su Deuda y hacer imposible que se financiaran en el mercado, ahora culpa a esas políticas restrictivas de agravar la situación.
Pero aunque sea el pirómano el que denuncia los efectos del incendio, no por eso deja de tener razón cuando nos la da a los que venimos diciendo desde hace tiempo que a los mercados les preocupa más el crecimiento que los déficits.
Como también tiene razón S&P cuando señala que el problema es el excesivo endeudamiento privado y las divergencias de competitividad entre los países del núcleo duro del euro y los países llamados periféricos. El mayor problema ya no es el déficit público sino el deficit comercial que obliga a un endeudamiento exterior. Por eso, los países a los que S&P ha rebajado más la nota en los últimos tres años son aquellos cuya balanza de pagos es más deficitaria, fiel reflejo de sus problemas de competitividad.
Y eso es lo que justifica, según S&P, la rebaja de la triple A de Francia. La balanza comercial francesa era superavitaria hasta 2005, pero desde entonces va aumentando sus déficits y perdiendo partes en las exportaciones dentro de la zona euro.
A la degradación de su calificación Sarkozy ha respondido con acentos “gaullistas” clamando en Madrid que “la política de Francia no la dicta S&P ni ninguna agencia de notacion”. Digo acento “gaullista” no por eso de la “grandeur” ofendida, que también, sino porque algo así ya había dicho De Gaulle en otra de las crisis monetarias europeas: “la política de la France no se hace en la “Corneille”, que es como en el argot parisino se denomina a la Bolsa. Pues sí “mon general”, su política también tuvo que tener en cuenta lo que dicen las Bolsas, lo que ahora llamamos los mercados de capitales. Como la tuvo que tener en cuenta Mitterrand, a quien “los mercados”, entonces menos globalizados que ahora también obligaron a cambiar de política, tanto o más que a Zapatero. Y le guste o no a Sarkozy, también tendrá que tener en cuenta lo que le dice S&P.
Quizá por eso de vuelta a París ha anunciado un plan de relanzamiento de la economía. Es lo que a fin de cuentas le piden los intérpretes de los mercados. Loado sea Dios y gracias le sean dadas a S&P por confirmar el error de diagnóstico que algunos veníamos señalando. Claro que es posible que el cambio de rumbo de Sarkozy, aunque sea poco y tarde, esté influido porque está a cien días de las elecciones y el paro no deja de subir.
Ahora solo queda convencer a Merkel. Es difícil pero a ello se está aplicando de forma remarcable y convincente el primer ministro italiano Mario Monti, un personaje que puede ser clave en cambiar el rumbo de salida de la crisis.
Monti le ha dicho claramente a Merkel que es su interés bien entendido utilizar su fuerza económica para abaratar el coste de financiación de los países del sur porque si los ciudadanos de los países sometidos a curas de austeridad no ven que algo cambia y que sus esfuerzos tiene sentido porque para algo sirven, se va a producir un “backlash”, un rebote de la población contra esas medidas, contra Europa y contra Alemania.
Y ese algo que puede cambiar de forma rápida son los tipos de interés que es la única forma de poder desapretar un poco el cinturón manteniendo la disciplina fiscal.
Muchos demonios se pueden despertar si seguimos empeñados en empujar suicidariamente a Europa hacia la recesión y a los europeos a la desesperación.
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