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Recortes, subida del IVA, pero también elecciones en dos autonomías (a pesar de los “recentralistas”) que se utilizarán como test… ¡¡deberíamos tenerlo muy presente todo!!

Recortes, subida del IVA, pero también elecciones en dos autonomías (a pesar de los “recentralistas”) que se utilizarán como test… ¡¡deberíamos tenerlo muy presente todo!!

"Con la subida del IVA, al final, todos perdemos... menos los mercados

"Tanto los pequeños comerciantes como los consumidores se ven afectados por el incremento del impuesto sobre el consumo. Mientras, las grandes compañías ponen en marcha nuevas estrategias para no recortar sus beneficios

LUIS GIMÉNEZ SAN MIGUEL, Madrid, en Público.es

A partir de este sábado todos y cada uno de los ciudadanos que viven en España pagarán un poco más por cada compra que hagan durante el día. Desde esta mañana todo es más caro, desde el café de primera hora a la compra de unas zapatillas, un paquete de taco o un ordenador. Ha subido la gasolina y también el transporte público. Comienza el curso y las familias que aún no hayan comprado los libros y el material escolar que necesitarán sus hijos en el colgio tendrán que pagar más por cada compra, lo que para muchas sin duda será un nuevo reto, especialmente cuando hace tan solo unos días se hacía público que un tercio de los niños no podrán tener todos los libros requeridos porque sus padres no tienen dinero suficiente. Es la subida del IVA, el impuesto que grava el consumo y que, por lo tanto, pagan por igual todos los ciudadanos, los parados que se quedan sin vivienda y los ejecutivos de las grandes empresas. Con esta medida, "sea como sea, al final todos pierden", piensa un consumidor. Pero no todos pierden lo mismo.

El propio Paul Krugman reinterpreta el concepto del impuesto y en vez de decir que todos lo pagan por igual alega que en realidad es un gravamen que castiga más a los pobres que a los ricos. Si alguien que vive con la ayuda de los 400 euros se gasta hoy 50 euros en unos pantalones vaqueros, estará pagando 10,5 euros por el impuesto del IVA, lo que supone que un 2,625% de su renta está siendo sustraída. Por otra parte, si un diputado del PP que gana 5.000 euros se compra los mismos vaqueros por 50 euros el porcentaje de su salario que se cobra el Estado es del 0,21. Al final, el pobre paga más porcentaje de su renta que el rico.

Con la reforma aprobada por el PP el tipo superreducido se mantiene en el 4%, el reducido pasa del 8% al 10% y el general crece del 18% al 21%. Sin embargo, gran parte de los supermercados, tiendas de ropa y grandes empresas han decidido absorver el impuesto y no subir el precio de sus productos. Así, este sábado muchos precios siguen siendo igual que el viernes, pero el impuesto lo está pagando la empresas de sus beneficios. Por eso, la decisión que han tomado muchas compañías ha sido ir subiendo poco a poco los precios de sus productos durante las últimas semanas para ahora decir que no van a subir los precios con el IVA y ganar reputación ante los clientes. El caso más sonado en diversos medios de comunicación en este sentido ha sido el de Mercadona, aunque fuentes de la empresa han negado reiteradamente que hayan puesto en práctica esta estregia.

En este sentido, el portavoz de la ONG dedicada a la defensa de los derechos de los consumidores Facua, Rubén Sánchez, señala en un comunicado colgado en su página web que "la Comisión Nacional de la Competencia, el Instituto Nacional de Consumo y los organismos competentes de las comunidades deberían estar controlando mediante muestreos cómo han variado los precios en agosto con respecto a julio". De este modo, Facua denuncia que "numerosos consumidores nos están trasladando, y es un clamor en las redes sociales, que hay grandes empresas que acaban de incrementar los precios de muchos productos".

Durante los últimos días las tiendas de Madrid han estado un poco más llenas y las bolsas han salido de los supermercados con más peso de lo habitual. Y es que, a la espera de que aumentaran todos los precios, muchos ciudadanos decidieron adelantar sus compras para ahorrarse unos euros. "Hemos comprado un montón de cosas que nos faltaban en casa antes de que llegara el sábado", explica Abel Martínez, un joven de 24 años que trabaja como becario en una entidad bancaria y que vive con otros tres jóvenes en Madrid. Como licenciado en Economía y trabajador en condiciones precarias le parece "profundamente injusta" esta medida del Gobierno. De hecho, no entiende "cómo han podido aprobarla cuando todo el mundo está en contra. Hasta la mayoría de votantes del PP se oponen. Y también la patronal. No tiene ningún sentido".

Los padres de Abel tienen un bar en la localidad de Pola de Allande, en Asturias, y entre los dos apenas ganan los suficiente para llenar la nevera cada semana. Sin embargo, ellos, al igual que la mayoría de bares, no van a subir los precios de los cafés o los platos combinados, de forma que los clientes seguirán pagando lo mismo. Pero ahora ellos ganarán un poco menos aún. "Sea como sea, al final todos pierden", espeta Abel, aunque aclara que "hay unos que nunca pierden, los grandes empresarios y los mercados". Porque lo que el Estado recaude irá en buena parte destinado a pagar la deuda soberana con los acreedores privados.

Lo mismo le pasa a Javier, el propietario de una pequeña tienda de muebles y electrodomésticos en el madrileño barrio de Arganzuela, aunque prefiere no dar el nombre del comercio. "De momento no he tocado los precios. Pero aquí ya estamos bastante apurados y seguramente antes o después deberé subirlos. No queda otra", aclara el pequeño empresario. Pero no todos han tomado esta decisión. Cerca de la tienda de Javier hay otro pequeño comercio en el que hacen fotocopias y venden material de papelería. "Aquí sí que vamos a subir un poco el precio de algunos productos, es una decisión de la dirección, yo no sé qué es mejor", cuenta la dependienta, quien no cree que le dejen "hablar con la prensa así".

Maribel Esteban, la directora de una de las tiendas Dideco de Madrid, especializada en material escolar y libros de texto, explica a EFE que aunque muchos se han adelantado para comprar los libros de texto, todavía prevé un "golpe de afluencia" esta primera semana antes de empezar las clases. "Al final la gente necesita comprar los bolis, las carpetas y la plastilina", comentaba, al tiempo que negaba que la gente haya hecho acopio de "gomas o lápices". Y es que estos artículos son los que precisamente han aumentado más el IVA, al pasar del 4% al 21%. Así, un cuaderno pasa de costar 1,55 euros a valer 1,80 euros, mientras que un bolígrafo pilot aumenta 8 céntimos su precio, y el bloc de cartulina 13 céntimos.

La agencia también recoge que la mayoría de los pequeños comercios y cadenas de peluquerías u ópticas han reconocido que han tenido que repercutir el IVA en sus productos, aunque en casi todos había algún tipo de oferta al consumidor. Es el caso de una conocida cadena de peluquería, que de lunes a miércoles, "devuelve el IVA" y el resto de la semana lo traslada al cliente, o de otra franquicia en papelería que ha decidido repercutir el IVA general que pasa del 18 % al 21 % pero no el del tipo superreducido que sube del 4 % al 21 %.

Aunque muchos aún no hayan trasladado el coste del impuesto al precio del producto en un intento por amortiguar el declive del consumo, que cayó el 1 % entre abril y junio, según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística, la mayoría de analistas coincide en que este incremento impositivo irá repercutiendo de forma progresiva en los precios, aunque creen que dependerá del tipo de producto y de si se trata de grandes cadenas o de pequeñas y medianas empresas.

Rajoy busca revalidar sus recortes el 21-O

El presidente justifica la subida del IVA para mantener los servicios públicos

El PP teme que el cambio de ciclo iniciado en 2009 termine con la derrota de Feijóo

José Precedo, Soutomaior (Pontevedra), en El País.

Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo vuelven a ser dos hombres y un destino. Como en 2009, cuando cuestionado por todo el partido tras haber perdido por segunda vez unas elecciones contra Zapatero, el líder del PP nacional se lanzó a patear aldeas gallegas por las que nunca había pisado en 25 años de vida dedicada a la política, para alentar el triunfo de su hombre en Galicia.

El presidente del Gobierno lo recordó ayer en el acto de inicio de curso en la localidad pontevedresa de Soutomaior, donde acostumbraba a despedir el verano con un primer discurso político. Ante los suyos, quienes le dieron cobijo en sus horas más bajas cuando muchos le consideraban muerto políticamente, Rajoy recordó que hace cuatro años “Galicia y Alberto [Núñez Feijóo] fueron los pioneros del cambio en España”. Y todos en el PP, aunque no lo dicen en público, saben por las encuestas que aquella ola que devolvió a los populares a la Xunta, tras un breve interregno de cuatro años con presidente socialista, puede venir de vuelta y descabalgar a Feijóo, en una contienda que los sondeos dibujan muy abierta.

La derrota en su tierra, además de refrendar un hipotético cambio de ciclo que ya ha tenido consecuencias en Asturias y Andalucía, supondría un golpe muy duro para Rajoy, que trata de ganar tiempo con el adelanto en Galicia y garantizarse dos años sin sobresaltos electorales, salvo que Cataluña opte también por llamar a las urnas antes de tiempo.

Consciente de que su partido apenas tiene algo que rascar en Euskadi, donde las elecciones están condicionadas por la participación de la izquierda abertzale que reconfigurará el mapa político, el presidente sitúa su termómetro en Galicia, donde volverá a volcarse para tratar de conservar el Gobierno. Lo que ayer planteó en el inicio de la precampaña fue todo un plebiscito sobre la austeridad y los recortes. Recordó que Feijóo apostó por estas fórmulas “que marcaron el camino de la recuperación económica [en una comunidad donde el desempleo se ha desbocado y aumentado en 70.000 personas desde 2009 hasta sumar 300.000 parados en un territorio de 2,7 millones de habitantes] adoptó mucho antes de que otros empezaran a hacerlo”. “Ha demostrado que con austeridad y sentido común se puede tener una de las comunidades mejor gestionadas, con mejor solvencia y menor déficit”, felicitó el presidente del Gobierno a su discípulo, en otra llamada a refrendar las recetas de ambos: recortes, austeridad y sacrificios, que, según él, darán sus frutos en el medio plazo. O quizás antes, porque Rajoy aseguró que en estos ocho meses en que puso en marcha la “mayor agenda de reformar y modernizadora de la historia de España” también “se han sentado los pilares de la recuperación”. Y se atrevió a vaticinar que si el país sigue por la misma senda, “en julio al final del período de sesiones las cosas estarán mucho mejor”.

Lo dijo con el castillo de Soutomaior al fondo, en el acto de inicio de curso que representa para el presidente lo mismo que Rodiezmo para Zapatero y Quintanilla de Onésimo para Aznar. La foto no varió gran cosa respecto a la del año pasado. Estaba la majestuosa fortaleza detrás del escenario y el sol radiante dando lustre a la postal, además del millar de cargos y militantes, presto a aplaudir todos los discursos. Hasta los mismos oradores: desde el alcalde del pueblo al presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán, pasando por el de la Xunta. Solo cambió Rajoy, que entonces compareció como líder de la oposición y ahora investido presidente del Gobierno. Y sobre todo, mudó su discurso. Si el año pasado había diagnosticado que de la crisis se sale sin subir impuestos y recortando gastos superfluos, ayer, coincidiendo con el día en que los consumidores empezaron a notarlo en sus bolsillos, se lanzó a explicar las bondades de subir el IVA Una medida “excepcional” que, según comprometió, será corregida cuando la situación mejore. La larga lista de beneficios que supuestamente traerá a la economía la subida de impuestos, convive sin aparente contradicción con las firmas que los populares recogieron en contra de la decisión, cuando la adoptó el anterior Gobierno socialista.

Ahora, según Rajoy, aumentar el IVA es una medida “dolorosa e imprescindible” al mismo tiempo, y “la única que se podía tomar para mantener los logros del Estado del bienestar, pagar la sanidad, la educación, las pensiones, las infraestructuras, pero también para enfocar el futuro con más éxito”. El presidente no se quedó ahí. Haber incumplido su palabra e incrementar este impuesto contribuirá también a “rebajar el déficit”, a “sentar las bases de la recuperación del país, que empezará a recuperar la confianza” y a “atraer inversiones y crear empleo”. Lejos de lastrar el consumo y ahogar a las familias, la subida del IVA es ahora “la única salida en un escenario de caída de ingresos para mantener los servicios públicos”.

Ese canto a las bondades de una decisión que trata de contentar a los mercados y la sempiterna llamada a hacer sacrificios que supuestamente darán frutos a medio plazo llevó a Rajoy a pedir flexibilidad al Eurogrupo para solventar “el principal problema de la Unión Europea”. “No es aceptable que unos países se financien al 0% o cobren intereses positivos [no citó expresamente a Alemania] y otros paguen intereses al 6%”, se lamentó, apoyando sus quejas sobre unas recientes palabras del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en el mismo sentido.

También hizo una defensa del sistema autonómico que el ala más a la derecha del PP porfía en desafiar. Para zanjar posibles tentaciones recentralistas, Rajoy proclamó: “Nuestro apoyo a las autonomías responde a la convicción profunda de que ha contribuido a la mejora del bienestar de los españoles. Somos el Gobierno de España, las autonomías son España y prestan servicio a todos los españoles”. Antes, Feijóo había redondeado el trato con su jefe de filas: “Galicia nunca falla al Partido Popular”.

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