Una de las realidades de la juventud de la Cuenca
Éxodo de cerebros
Seis jóvenes, representantes del medio millar que cada año emigra de las comarcas mineras en busca de un mejor futuro laboral, relatan sus experiencias
Foto: Enfermero en noruega. Andrés Martínez, uno de los fundadores del grupo de folk «Duerna», trabaja como enfermero en Noruega. También mandó su currículum a Finlandia e Inglaterra. En los tres países le ofrecieron trabajo, pero acabó decantándose por el primero de ellos.
Mieres / Langreo, Miguel Á. GUTIÉRREZ, en La Nueva España
Cada año, medio millar de jóvenes de entre 25 y 34 años abandona las Cuencas, la mayor parte de ellos en busca de un horizonte laboral más alentador. La sangría viene de lejos, pero se ha acentuado más si cabe en los últimos años como consecuencia de la crisis económica. Las historias personales cambian, pero los motivos para irse son casi siempre los mismos. En Asturias, -y más todavía en las comarcas mineras- apenas hay trabajo y los escasos puestos que oferta el mercado laboral actual son extremadamente precarios. Más que una fuga de cerebros, es un éxodo en toda regla. Emigrar ha sido la solución adoptada, entre otros muchos, por Andrés Martínez, un langreano que aparcó su grupo de folk para trabajar como enfermero en Noruega; Pelayo Gómez, un damnificado del cierre de Alas Alumnium que se ha recolocado como portero de un equipo francés de fútbol sala; Adrián Cardalda, un ingeniero de Telecomunicaciones que hace mes y medio se marchó a Munich a buscar trabajo, así como por la geóloga Adriana Sánchez, que ha encontrado trabajo en Chile.
Cardalda tiene 24 años, es de Langreo y estudió Telecomunicaciones en Gijón. Tuvo su primer contacto con Alemania el pasado año, cuando obtuvo una beca de seis meses para hacer el proyecto de fin de carrera. Regresó a Asturias para examinarse de la asignatura que le faltaba para acabar la carrera y los escasos meses en casa no le animaron a quedarse. «Yo quería seguir como investigador y sacarme el doctorado, pero con los recortes que hay actualmente en I+D era casi imposible. El problema en Asturias es que allí había gente sobrecualificada a la que pagan mal en puestos que son temporales; la única oferta que yo tuve era una beca de una empresa de Gijón para trabajar seis meses», indica este joven langreano.
La opción alemana era más convincente, aunque Cardalda precisa que no es oro todo lo que reluce. «Es cierto que hay mucha oferta de trabajo para ingenieros, pero también existe mucha más competencia y es fundamental tener un buen nivel de alemán», relata este emigrante, que estuvo un mes y medio buscando trabajo, «principalmente a través de internet», antes de obtener un puesto «indefinido y mucho mejor pagado que en España» en K-Tronik, una multinacional de construcción de equipos de telecomunicaciones. Cardalda lamenta el «mal aprovechamiento» de los fondos mineros, causa directa a su juicio de que muchos jóvenes hayan tenido que emigrar, y el «derroche de capital humano» de las Administraciones en España: «No comprendo que se gasten un dineral en formar a la gente y después los dejen escapar». Desde Alemania, también escucha los tambores de rescate con inquietud. «Aquí no entienden que haya políticos corruptos y la gente les siga votando; para los alemanes resulta inconcebible».
Pelayo Gómez Urdangaray, de 25 años y vecinos de Sama, se quedó en la calle cuando Alas Aluminium, un emblema de la reactivación que recibió subvenciones millonarias, se fue a pique. «Las cosas se hicieron muy mal, fueron muchos factores», explica Gómez, que estuvo casi un año en el paro sin que surgiera ninguna oferta laboral. La opción de trabajar para este joven apareció donde menos esperaba, gracias al fútbol sala. Gómez jugaba en el Santiago de Sama. Por medio de Adrián González, otro joven langreano emigrante, se enteró de que había un puesto vacante de portero en el Cannes Bocca Futsal, un equipo de la Primera División francesa. «No me lo pensé dos veces. Surgió la oportunidad y la agarré al vuelo. Vine a Francia, me hicieron una prueba y ya me quedé», precisa Gómez, para añadir a continuación: «El contrato es por un año y estoy aprovechando el tiempo libre que tengo para hacer un módulo de electricidad a través de internet. No sé si volveré a Asturias. Allí hay muy poca salida empresarial y si desaparece la minería que era lo que tiraba un poco de la cuenca...».
Adrián González, que también milita en el Cannes Bocca Futsal, fue quien planteó el fichaje de Gómez. Natural de Ciaño y de 22 años de edad, había estado en Francia con una beca Erasmus y decidió volver cuando acabó sus estudios de Turismo ante el negro panorama laboral de la región. «Estoy aprendiendo el idioma, que siempre es importante para trabajar en Turismo. Ahora mismo, viviendo en Asturias, o sales fuera o lo tienes muy difícil. Mi intención es quedarme, si puedo, hasta que la situación remonte en España».
Las estadísticas cargan de razón a estos jóvenes emigrantes. Según los datos que maneja la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), desde 2007, una media superior a los 400 jóvenes de entre 25 y 34 años abandona las Cuencas. La cifra alcanzó en 2010 (último ejercicio contabilizado) las 509 personas. A estos datos se suma el hecho de que las comarcas mineras tiene una de las tasas más altas de desempleo juvenil de Asturias y que el 10 por ciento del total de parados no han accedido todavía a su primer empleo.
Andrés Martínez Suárez tiene 25 años y es de Sama. Estudió Enfermería en Oviedo. Acabó en 2008 y poco después empezó a trabajar para el Sespa y en el Sanatorio Adaro aunque «solamente con contratos de corta duración, sustituciones, vacaciones y pequeñas bajas; no tuve la gran suerte de cubrir una baja de maternidad ni nada largo que me diera estabilidad». También trabajó de enfermero en dos residencias de mayores, el Patronato San José (La Felguera) y Villanueva (Colloto) «de las que guardo muy buenos recuerdos». También compaginó su labor profesional con su gran pasión por la música. De hecho, es miembro fundador del grupo «Duerna». En enero de este año, «en vista de la escasez de contratos que se preveía por los recortes», este joven langreano decidió «dar el paso» e inscribirse «en varias ofertas de enfermería en el extranjero».
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