Está claro que hay que crear un frente ciudadano amplio, no dos ni tres y que tiene que ser yá.
No basta con apagar algunos fuegos
Por Isaac Rosa, en nuevodiario.es
¿Dónde estuviste ayer? ¿Encerrado en la Facultad durante la huelga de educación, y por la tarde en la manifestación? ¿Recogiendo firmas contra la privatización sanitaria? ¿Dando un Toque a Bankia? ¿Protestando en el Congreso contra la nueva Ley de Costas? ¿Paralizando un desahucio, ocupando viviendas para desahuciados? ¿Tratando de organizar alguna protesta contra la próxima ley del aborto?
Incluso puede que no estuvieses en nada de lo anterior, sino en tu empresa, debatiendo con tus compañeros qué hacer ante el ERE que se os viene encima. O buscándote la vida para llegar vivo a final de mes, otro mes. Quizás no pudiste moverte en todo el día porque tienes que cuidar a un familiar dependiente, para el que ya no tienes ninguna ayuda.
Como no sé dónde estabas ayer, te cuento cómo fue este intenso día de protestas. Te lo puedo decir como en los chistes: tengo una noticia buena y otra mala. La noticia buena es que miles de profesores y familias hicieron huelga y llenaron las calles; la consulta por la sanidad superó los 600.000 votantes; decenas de oficinas de Bankia cerraron por cansinismo; activistas de Greenpeace treparon al Congreso; la PAH consiguió otro triunfo; y el rechazo a la contrarreforma del aborto suma más apoyos.
La noticia mala es que el PP sigue empeñado en la Ley Wert, y si no cae en el Consejo de Ministros de hoy, caerá en el siguiente, en cuanto bajemos la guardia; la Comunidad de Madrid ya ha publicado el concurso para privatizar los primeros seis hospitales; Bankia abre hoy sus puertas sin mucha novedad; el Congreso aprobó ayer la reforma de la Ley de Costas sin cambiar una coma; hay nuevos desahucios fijados para los próximos días; y Gallardón sigue con su cruzada retrógrada. Ah, y dentro de nada nos caerá otra reforma de las pensiones, y algún susto más en materia laboral.
La noticia buena es muy buena; la mala es muy mala, y sin la buena sería todavía peor. Pero el balance de lo ganado y perdido, ahí está. ¿Entonces, qué? ¿Nos rendimos? No, y menos después de un día tan positivo como el de ayer. No se trata de caer en el derrotismo, pero sí empezar a pensar en algo más que apagar fuegos, para que no cundan el cansancio ni el desánimo.
Cuando un pirómano quiere arrasar un bosque, siempre enciende varios focos para dificultar las labores de extinción. Y eso está pasando: los incendiarios prenden cada día una nueva fogata, y nosotros seguimos corriendo de un lado a otro: no hemos terminado de apagar un fuego cuando ya sale humo más allá.
Y aunque seamos muchos, el fuego avanza, el viento sopla con fuerza, y a menudo solo contamos con ramas y cubos de agua. Así que, tras un día como el de ayer, llegas a casa agotado y con la cara tiznada, pero satisfecho por lo bien que funcionó la cadena humana pasando cubos, hasta que te asomas a la ventana y ves las hectáreas calcinadas, y las que todavía siguen ardiendo en el monte de al lado. Y así pasan los meses, y cada vez más terreno quemado.
Las brigadas antiincendio crecen, sí, y a veces actúan juntas en un mismo incendio. Pero los pirómanos van con lanzallamas y no damos abasto. Para tumbar la ley Wert tendríamos que dedicarnos todos (profesores, familias, ciudadanos en general), y por tiempo indefinido, a huelgas, encierros y manifestaciones, volcando todas nuestras energías hasta que la retirasen. Pero entonces tal vez ardería más deprisa la sanidad, que también exigiría un pulso masivo y firme hasta detener su privatización y los recortes.
Como la temporada de incendios está lejos de acabar, habrá que seguir echando cubos de agua. Pero tenemos que pensar en la forma de que todas las brigadas de extinción que ahora están repartidas por el monte se pongan de acuerdo para hacer algo más que apagar fuegos: para evitar que se produzcan más, para detener a los pirómanos, y para replantar lo ya arrasado.
Se están moviendo ya varias iniciativas sociales y políticas, en las zonas de confluencia de partidos, movimientos sociales y 15-M. Algunas desde un espíritu muy plural y transformador, como ese prometedor llamamiento a construir ‘Alternativas desde abajo’; pero también en ámbitos regionales o locales, no sin dificultades. Todas con el mismo objetivo: crear un frente ciudadano amplio, que sea más eficaz apagando fuegos, pero que también vaya más allá, y empiece a considerar el ciclo electoral venidero (europeas, municipales, autonómicas, generales). Porque está a la vuelta de la esquina, y como no nos espabilemos nos pillará en cueros y con el cubo en la mano.
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