Aún está pendiente el pronunciamiento del Tribunal Constitucional, pero, salvo sorpresa, la cosa no parece pintar bien
«Llegaremos hasta Estrasburgo por los daños de la talidomida»
Esperan que los políticos «se pongan ya las pilas» para que el laboratorio alemán les indemnice tras ser declarado non grato por los médicos
Cinco asturianos nacidos con malformaciones causadas por el fármaco relatan su lucha
Foto.- Pilar Martínez, Amada González, Ana María Boullosa, Carmen Martínez y Enrique Suárez en Oviedo.
ELENA RODRÍGUEZ, Oviedo, en El Comercio.
Pilar necesita ayuda para desenroscar los tapones de la botellas y abrir los tarros de cristal. Le falta la mano derecha y en la izquierda tiene tres dedos por la mitad y uno cuya uña le da muchos problemas. El húmero del brazo derecho de Amada es nueve centímetros más corto, lo que le impide estirarlo hacia arriba, y Ana María se mueve ya siempre en silla de ruedas por prescripción médica, pese a reconocer que hasta hace unos años, en casa, iba «de rodillas» y eso que, en el sentido estricto, solo tiene una parte de ella en la pierna derecha. Enrique ha suplido un problema similar con una prótesis y Rubén, con el brazo derecho más corto, sin pulgares en ambas manos y los huesos de la muñeca sin osificar, tiene muchas dificultades para partir un filete con cuchillo y tenedor.
Son las grandes secuelas de las malformaciones con las que nacieron debido a la talidomida, fármaco patentado por Grünenthal en 1955 en Alemania como calmante de las náuseas del embarazo, y que en España se vendió en los cincuenta y los sesenta «e, incluso, más tarde», según la Asociación de Víctimas de la Talidomida en España (Avite), porque «uno de los medicamentos bajo los que fue comercializada, el Entero Sediv, aparecía en el Vademécum de 1975».
Pilar, Amada, Ana María, Enrique y Rubén son cinco de los seis asturianos miembros de la asociación. Pese a las dificultades, lograron salir adelante, pero quieren «que se haga justicia». Las tres primeras cuentan con el informe del médico forense y colaborador de Avite Javier García Mora, que las reconoce como talidomídicas y que les permite acudir a instancias superiores como el Imserso, mientras que Rubén es el único que ha sido reconocido como víctima de la talidomida por el Estado a raíz del Real Decreto aprobado en 2010 por el gobierno de Zapatero. Fue posible tras ser acreditado por el Centro de Investigación de Anomalías Congénitas del Instituto de Salud Carlos III, que en 2006 había desarrollado un protocolo clínico para determinar qué personas se habían visto realmente afectadas. Ese trámite le permitió recibir una compensación económica de una sola vez. Y, como él, una veintena de los nacidos entre 1960 y 1965. «No hay dinero que pague el sufrimiento causado», dice su hermana Carmen. «Pero muchos necesitan ayuda para valerse porque están desasistidos». El colectivo (que calcula que hubo 3.000 afectados en España, de los que sobreviven 483) lucha por que el laboratorio les indemnice, igual que en Alemania y otros países europeos… (leer más)
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