El SESPA de esto no entiende ... y si no que le pregunten a los que esperan por su derecho a Traslado ...
PROBLEMAS DE UNA ORGANIZACION EMPRESARIAL HABITUAL EN ESPAÑA.
La conciliación laboral y familiar se erige en el antídoto anticrisis
Los empleados que tienen horarios más racionales rinden más al vivir mejor, según los expertos.Las jornadas maratonianas perjudican a la salud, a los hijos, a la relación de pareja y la productividad.
05/10/2009 EDWIN WINKELS RAFA JULVE, para La Voz de Asturias
Son las 16.30 horas y de las oficinas comienza a salir una hilera de trabajadores. Acaba de terminar su jornada laboral. Unos van directos al colegio, a recoger a sus hijos. Otros, a casa. No son unas oficinas de Alemania, Suecia o Dinamarca. Están en Sant Cugat del Vallés (Barcelona), son de una multinacional farmacéutica, Boehringer-Ingelheim, y sus empleados no solo parecen felices, sino que dicen serlo. Es el caso de Lourdes, Conchita, Ursula y Evelyne, que han conocido la otra cara, la de estar hasta las nueve de la noche trabajando.
"Los amigos apenas se lo creen cuando dices que sales antes de las cinco. En otros trabajos te miran mal si sales antes de las siete; aquí es normal. No perdemos dos horas comiendo a mediodía; como mucho, una hora. Y estamos encantadas".
Que una empresa siga llamando la atención por facilitar la conciliación laboral y familiar es la prueba más palpable del desorden horario reinante en gran parte de los trabajos españoles. Un mal de muchos al que hay poner remedio cuanto antes, dicen los expertos. "Una persona que trabaja con un horario racional vive mejor y rinde más. El problema es que aquí no se va nadie a casa hasta que no lo hace el jefe. Para salir de la crisis, si queremos ser competitivos, debemos buscar la cultura de la eficiencia y olvidarnos de la cultura del presentismo", asegura Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe).
INFORMES TAJANTES
La opinión del dirigente de esta entidad --de la que forman parte nueve ministerios, 14 gobiernos autonómicos, universidades, empresas y sindicatos-- no solo la ratifican otros economistas. La avalan numerosos informes con una conclusión tajante: los países con horarios laborales más flexibles tienen mayor productividad. España es uno de los países de Europa en los que los empleados pasan más horas en el lugar de trabajo, "que no trabajando", aclara Buqueras. "Según los datos de la oficina de estadísticas de la UE Eurostat, los españoles trabajamos 1.815,8 horas al año, 161,6 más que la media de la UE de los Quince --añade el presidente de la Arhoe--. Sin embargo, los empleados de aquí ofrecen una rendimiento menor que los de Francia, Alemania, Holanda". Curiosamente (o no), estados para los que los indicadores vaticinan una recuperación económica más pronta que para España.
La racionalización de horarios y, por ende, la conciliación laboral y familiar sigue siendo una quimera en muchas compañías españolas, y eso que la situación ha empezado a cambiar gracias a la incorporación masiva de la mujer al mundo del empleo.
La generación actual de mujeres (que efectúan un enorme sobreesfuerzo porque las tareas domésticas siguen recayendo mayoritariamente en ellas) es la que más presión ha ejercido para poner fin al desorden horario. Un objetivo de cuyos beneficios disfrutan ya las pocas empresas que se han sumado al cambio. Un caso paradigmático es el de Iberdrola, recuerda Consuelo León, investigadora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE. En esa compañía eléctrica se generalizó un horario de 7.30 a 15.30 horas y los resultados han sido extraordinarios: la productividad ha crecido, la empresa ha experimentado un notable ahorro energético en las oficinas y la satisfacción de los empleados es mayoritaria.
GRAVES PERJUICIOS
Justo lo contrario de quienes se pasan el día en el trabajo y dedican dos horas a comer, una de las causas principales de este desbarajuste organizativo que acarrea una larga lista de perjuicios. El primero, los problemas familiares, que pueden originar desde el fracaso escolar de los hijos por la falta de atención hasta la ruptura de pareja. El segundo, los problemas de salud (estrés, depresión...), que acaban repercutiendo en el tercero, la siniestralidad laboral, y en el cuarto, la baja productividad y la falta de implicación con el empleo.
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