En toda cadena, la ruptura de un eslabón por el medio acaba afectando a los demás, y en esta, al final del mismo, estamos todos los ciudadanos
«Los sueldos, el remate final»
Los sindicatos dicen que la educación y la sanidad pierden calidad por la merma de recursos y alertan de privatizaciones
La rebaja salarial se une a un rosario de ajustes previos que hastían a los funcionarios
16.05.10 – El Comercio
El mosqueo de los funcionarios va 'in crescendo'. Crece al mismo ritmo que, según su versión, se adelgazan las plantillas públicas, se amortizan las vacantes sin cubrir y se amontona el trabajo pendiente. El recorte salarial anunciado el pasado miércoles en el Congreso por José Luis Rodríguez Zapatero es, dicen, «la puntilla» o «el remate final» tras el rosario de ajustes que vienen aplicándose en los últimos meses, sobre todo desde que la desaceleración inicial pasó a convertirse en una crisis en toda regla. EL COMERCIO ha pulsado la opinión de sindicatos representativos en distintos ámbitos de la función pública para conocer cómo vive el personal la restricción de recursos y cómo los recortes afectan al trabajo diario. Y la conclusión es unánime: la calidad de los servicios públicos, algunos esenciales como la sanidad o la educación, ha comenzado a resentirse, y las cosas pueden ir a peor si no se toman medidas urgentes.
La rebaja salarial media del 5% no ha hecho sino enturbiar un panorama ya de por sí convulso. Las críticas a la medida surgen a coro. «Es muy injusto cuando el 40% de los funcionarios no llega a 1.000 euros mensuales y el 80% no pasa de 1.200», alega Luis Ángel Ardura, secretario de Acción Sindical de la Federación de Servicios Públicos de UGT. «Hay mucha incertidumbre porque ni siquiera sabemos cómo se va a aplicar el recorte», agrega Manuel Nieto, de la federación de Servicios a la Ciudadanía de CC OO. «Es muy injusto cuando en el sector docente hemos perdido 10 puntos de poder adquisitivo en los últimos 15 años», remata Beatriz Quirós, de Suatea.
Si bien el recorte de sueldos es un problema directo para el bolsillo de los funcionarios, los sindicatos advierten de que el carrusel de ajustes que sufre la administración pública genera un problema de fondo de más calado. Lanzan una pregunta de inquietante respuesta: ¿Es posible sostener la calidad de los servicios básicos con menos personal y menos recursos? El Gobierno, tanto el central como el asturiano, sostiene que sí, que las restricciones sólo afectan al gasto corriente. Las centrales dicen que no, y que la merma en las prestaciones que se ofrecen al ciudadano ya es palpable en el día a día.
«Nunca, en 40 años de médico, había visto listas de espera en Primaria; ahora las hay». Así de rotundo es José Luis Sánchez Barbero, del Sindicato de Médicos (Simpa). A su juicio, las jubilaciones masivas de médicos decididas por la Consejería de Salud para aligerar el gasto en nóminas de la Administración, sin cubrir esas vacantes, está provocando un deterioro acelerado de la atención a los pacientes. Sánchez Barbero recuerda que Asturias estaba a la cabeza de España en cuanto a la valoración de su sistema de salud, hasta que el año pasado cayó de golpe hasta el puesto nueve.
El responsable del Simpa cree que el criterio economicista no puede ser el único a seguir en la gestión de la sanidad, si bien admite que es necesario actuar para garantizar su sostenibilidad futura. Pero no por esta vía. Y pone otro ejemplo de los problemas. Cuenta que en ocasiones no hay dinero 'fresco' para pagar a las empresas que suministran el material sanitario, lo que provoca que estas manden menos material y las despensas de los centros sanitarios acusen de inmediato el 'racionamiento'.
La educación no escapa a estos mismos problemas, según opina Beatriz Quirós, de Suatea, que pone ejemplos muy recientes. Afirma que acaban de comunicarle que un colegio suprimirá el próximo curso una de sus aulas de infantil, lo que derivará en que 30 niños tendrán que compartir clase cuando la ratio ideal son 15 y el máximo aconsejado, 25. Y agrega que también se han cancelado dos bachilleratos nocturnos en sendos institutos de Oviedo y Gijón, precisamente cuando se había anunciado la intención de potenciar las titulaciones por esta vía.
Profesores, alumnos, aulas...
Quirós alude a una cadena de circunstancias: «Si hay menos profesores y menos aulas, la consecuencia directa son más alumnos por aula y un empeoramiento de la calidad de la educación; el deterioro está servido». Resulta en su opinión indignante que se intente acotar el gasto en estas áreas al mismo tiempo que «los bancos siguen incrementando sus beneficios, pero a ellos no se les toca ni un pelo».
En el sector docente trabajan unos 11.500 empleados públicos. En el judicial, unos 1.200. Y los problemas que acarrean los ajustes son similares, por no decir idénticos. Se han puesto en marcha nuevos sistemas informáticos para avanzar en la modernización de una justicia todavía anclada en el siglo pasado, pero la falta de medios, según las centrales del sector, complica que las cosas se hagan bien. Luis Pérez, de CSIF, describe como están las cosas: «En Avilés hay un informático para todos los juzgados, otro juzgado acaba de estar una semana con el registro bloqueado; la calidad del servicio se resiente a marchas forzadas».
A estos problemas añade Pérez el recorte de los sueldos para sacar la conclusión de que se está produciendo un «ataque frontal a la función pública», y que la medida final, la salarial, es «tremendamente dura y sectaria».
Hay quien mira al futuro y ve el panorama todavía más negro. Es el caso de Ardura, que teme que los recortes escondan una estrategia a medio y largo plazo para externalizar y privatizar algunos servicios que hoy son públicos. Explica el responsable de UGT, a modo de muestra, que se da el caso de brigadas de mantenimiento de carreteras que, en principio, deberían estar formadas por un capataz, un conductor y cinco operarios. Brigadas que, en la práctica, sólo cuentan con dos de esos operarios en algunos casos. «Si desde lo público no se puede dar ese servicio, ¿quién lo va a terminar haciendo? Obviamente, el sector privado», constata.
Externalización
Ardura alerta de que esa vocación privatizadora va camino de extenderse a servicios vinculados con la sanidad -ambulancias, limpieza...- y teme que llegue a afectar incluso al núcleo mismo de la prestación de los servicios básicos. Un modelo como el de Estados Unidos del que el dirigente sindical insta a huir como de la peste. «Esperamos que no se vaya por ahí», sentencia.
¿Hasta qué punto afecta una situación tan compleja a los funcionarios en su día a día? ¿Cómo están viviendo los recortes? No con gusto, desde luego. Ardura lamenta que una buena parte de la sociedad vea a los funcionarios como «gente que gana la de Dios y no da ni golpe». Una imagen que juzga estereotipada y que, asegura, no se corresponde en absoluto con una realidad en la que priman, según los datos que aporta, los salarios mileuristas. «Y quien afirma que la administración está sobredimensionada en cuanto a personal no tiene ni idea», remacha su argumentación.
Manuel Nieto, de Comisiones Obreras, es de una opinión similar. Señala que la sobrecarga de trabajo de los empleados crece a la par que se reducen las ofertas de empleo y la cobertura de vacantes. «Muchos trabajadores están saturados», ratifica. Y advierte de que, de continuar con la política de no cubrir las plazas que van quedando vacías, empezará a haber problemas a la hora de planificar descansos y vacaciones. Algo que, unido al malestar generado por la rebaja salarial, acabará multiplicando el malestar y la tensión.
Lo que sí queda claro, a la luz de la opinión de los dirigentes sindicales, es que el colectivo funcionarial se considera un 'cabeza de turco' de la crisis, y que, como en demasiados casos, al final van a pagar justos por pecadores. «La gente está que trina, no nos quedaremos callados ante una situación injusta», aclaran desde CSIF. Ardura es todavía más severo: «Se nos pide a todos que rememos en la misma dirección, pero ¿qué sentido tenían los famosos 400 euros? ¿Qué hay de los miles de millones de ayudas a la banca? No teníamos bastante con los ajustes que veníamos sufriendo y la rebaja salarial ha sido otro jarro de agua fría». Sobran las palabras.
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