La muestra debe buscarse en un banco internacional al que se accede a través de la Red Española de Donantes de Médula Ósea (REDMO)
Buscar entre 15 millones de médulas
El HUCA comenzó en 2008 los trasplantes de donantes no familiares, de los que ya practicó cerca de 30, con muy buenos resultados
628 asturianos recibieron un injerto medular desde que arrancó el programa en 1988
Foto: José Ramón Díaz es médico. Recibió un trasplante de médula ósea en febrero. Su mujer, Belén, le acompañó durante las ocho semanas que permaneció aislado en una habitación del hospital. En la imagen, ambos posan tras ir a consulta al HUCA.
03.10.10 – OVIEDO, en El Comercio.
'Son sangre de la sangre' de una persona a la que no conocen, ni se conocerán jamás. José Ramón Díaz Bernabé, de 52 años, y Cecilia Alonso Menéndez, de 46 años, llevan parte de una médula ósea donada en alguna parte del mundo y que fue localizada tras emprender una búsqueda internacional entre 15 millones de muestras. Las suyas, confirman, llegaron de Alemania, país del que proceden la mayoría de las donaciones que se usan en Asturias para los llamados trasplantes hematopoyéticos (tejido responsable de producir células sanguíneas).
Como José Ramón y Cecilia, a los que sendas leucemias les llevaron al trasplante, otros muchos asturianos (628 en los 22 últimos años) han recibido un injerto similar. Pero su caso es novedoso, ya que forman parte del grupo de 30 pacientes beneficiados por los trasplantes de donantes no emparentados que comenzó a practicar el Hospital Central en 2008. Hasta ese entonces, los enfermos que requerían un tratamiento de este tipo eran enviados fuera de Asturias. Esta técnica (la de trasplantar parte de la médula que proviene de alguien no emparentado) se emplea cuando no se dispone de ningún familiar compatible. La muestra debe buscarse en un banco internacional al que se accede a través de la Red Española de Donantes de Médula Ósea (REDMO), la Fundación José Carreras. La posibilidad de encontrar una médula idónea entre los 15 millones disponibles llega al 70%.
50 días de espera
Recibir un trasplante de médula ósea o de sangre de cordón es un asunto complejo. Tras dar con el donante adecuado (la espera está en unos 50 días), el material viaja hasta Asturias al igual que lo hacen los órganos para trasplantes. Una vez en el HUCA, y tras preparar el paciente con sesiones de quimioterapia y radioterapia, las células donadas se implantan en el enfermo. A partir de ahí, empieza para el afectado un verdadero vía crucis, en la mayor parte de los casos, con resultado positivo. La mortalidad de los trasplantes alogénicos (emparentados y no emparentados) está en el 3,1%, explica el director de la Unidad de Trasplantes Hematopoyéticos, Carlos Vallejo, 'fichado' hace tres años por el Central para impulsar este tipo de procedimientos médicos.
Los trasplantados y el personal que les atiende («son todos excepcionales», apunta Belén Toraño, esposa de José Ramón) deben extremar las medidas de asepsia. Durante uno o dos meses, paciente y un acompañante permanecen recluidos en una habitación del HUCA. Se trata de una sala aislada, con un sistema de aire y agua filtrados, que dispone además de los servicios básicos, de televisión, una pequeña nevera y un microondas. También hay una bicicleta estática para que ambos hagan algo de deporte durante su 'reclusión' sanitaria.
Dos años con quimioterapia
Loli permaneció allí cinco semanas. Fue el tiempo que necesitó su hermana, Cecilia, para recuperarse de un injerto medular al que se sometió hace año y medio. A Cecilia le diagnosticaron leucemia linfática crónica a los 41 años. «Me dolía mucho la garganta; tenía unos ganglios», recuerda. Tras la biopsia de los ganglios «me dijeron que en realidad lo que tenía era leucemia linfática crónica». Antes de que le propusieran un trasplante, Cecilia se sometió a sesiones de quimioterapia durante dos años. «Fue una época muy dura», explica. Casada y con un hijo de 9 años, tuvo que dejar su trabajo en un kiosko, y jugársela a todo o nada. «Salió bien», dice ahora aliviada. Cecilia se siente una «persona con suerte». Ella le escribió una carta a su donante alemán, pero confiesa que «no se puede decir con palabras cuán agradecida estoy».
Cecilia aún se emociona cuando habla de su donante. También José Ramón, al que una leucemia linfoblástica aguda (una de las más graves) le cambió de repente la vida. De la noche a la mañana pasó de ser médico (trabajaba en un centro de salud de Pravia) a convertirse en paciente. «Siempre pensé que el trato humano era tan o más importante que las medicinas. Ahora lo experimento en carne propia», relata. José Ramón lleva ocho meses con una médula donada. «Hasta hace unos años, la leucemia que yo tengo me hubiera matado en menos de tres meses. Ahora sigo vivo gracias a un trasplante por el que esperé menos de tres meses. ¿Qué más puedo pedir?», pregunta.
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