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La despoblación de las comarcas mineras…

La despoblación de las comarcas mineras…

Una sangría de casi 20.000 habitantes

Los valles mineros han perdido en una década más vecinos incluso de los que tiene el concejo de San Martín del Rey Aurelio

Sobrescobio es el único que gana población

Mieres / Langreo, Julio VIVAS, en La Nueva España

El ocaso de las Cuencas es ya un hecho manifiesto en lo referente a su pérdida de población. En tan sólo una década, las comarcas mineras perdieron 19.592 habitantes, más de los que tiene un concejo como San Martín del Rey Aurelio, municipio que, además, es uno de los que han perdido más vecinos desde 2001 hasta hoy. Una pérdida que contrasta con los datos globales del Principado de Asturias, que ganó 2.031 habitantes en diez años. De los diez concejos de las Cuencas sólo se salva de la quema un municipio, Sobrescobio, que en esta década ha ganado 64 vecinos. La sangría de población que sufren las Cuencas vendría motivada, tal y como señala Rafael Menéndez, geógrafo e investigador del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) de la Universidad de Oviedo, y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, «al cambio en el modelo productivo y residencia en el que se apoyaba el fenómeno urbano en las comarcas mineras, unido, además, al fin de ciclo de la minería que estamos viviendo».

El descenso de habitantes en las comarcas mineras supone que estos territorios cuentan un 11,5 por ciento menos de población que existente hace diez años. Así lo muestran los datos de la revisión del padrón municipal que hizo públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace unos días. Si bien la sangría se nota en unos concejos más que en otros. Este es el caso de Aller, cuyo descenso fue de casi un 20 por ciento. Se da la circunstancia de que el municipio allerano es el segundo de España que más habitantes ha perdido en la última década, tal y como relataba el INE en un estudio publicado a mediados de diciembre. Por encima de la media de las Cuencas también se encuentran otros dos concejos, Riosa, que pierde un 16,1% de población; Mieres, con un descenso del 13,3 por ciento; y San Martín del Rey Aurelio, con un 12,4 por ciento. Tanto este último concejo, como Mieres también formaban parte del citado ranking del INE sobre los municipios que más habitantes pierden de España.

Menos acusada fue la pérdida en la cabecera del Nalón, Langreo, que es el que, porcentualmente, menos vecinos ha perdido en estos diez años. Tan sólo un 3,6 por ciento, seguido muy de cerca por Laviana, con un 4,3. El descenso se eleva al 8 por ciento en Morcín y Caso, mientras que Lena se acerca a la medida de los valles mineros, con una pérdida del 10,4 por ciento. Este último concejo también forma parte del temido ranking del INE.

En total, las comarcas mineras cuentan con 150.245 habitantes, siendo Langreo el concejo que más población engloba, con 43.647 habitantes. Cerca queda Mieres, con 42.421; siendo San Martín del Rey Aurelio el tercer municipio más poblado, con 17.953 vecinos. Laviana, también en el valle del Nalón, es el cuarto, con 14.044 habitantes. Le siguen Lena y Aller, con 12.367 y 12.136 vecinos, respectivamente. En los últimos puestos están Morcín, con 2,866 habitantes; Riosa, con 2.140; Caso, con 1.799 y Sobrescobio, con 872.

El geógrafo Rafael Menéndez asegura que, para frenar esta sangría poblacional, las comarcas mineras «tienen que reinventarse, porque no han apostado en ningún momento por la función residencial. De hecho, se da la paradoja de que muchos de los trabajadores de las industrias que han llegado a las comarcas mineras se van a residir a otros municipios». Los beneficiados en este caso son Oviedo y Gijón, pero también concejos intermedios como Siero y Llanera. Menéndez también destacó que, teniendo en cuenta los negativos datos de natalidad de la región, «la única forma de crecer es atraer población de otros municipios o inmigrantes». Esto último se hace más complicado en la actual situación de crisis, que hace que disminuya la población extranjera, «con lo que sólo nos queda hacer la diferencia entre los nacimientos y las defunciones, que hacen perder población rápidamente, como está ocurriendo en las comarcas mineras», resaltó.

La apuesta, tal y como apuntó Menéndez, es «convertir las ciudades en núcleos residenciales más atractivos». Un modelo de futuro que ya se ha aplicado con éxito en otros concejos de la región asturiana por parte de las administraciones locales que, en el caso de las comarcas mineras «tan sólo parece que estén administrando la caída».

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