De fallos y fallinos
Desatasco de urgencia en el HUCA
La Cadellada suma más fallos. El sistema para subir y bajar las persianas en las habitaciones está dañado y los robots siguen registrando problemas
Un camión de desagüe trabajó ayer en la zona donde se registraron las filtraciones
Foto.- Camión de desatasco apostado ayer junto al atrio, que el sábado se inundó durante la tormenta.
LAURA FONSECA | GIJÓN, en El Comercio.
Un camión de desatasco se apostó pasadas las 11 horas junto al atrio del nuevo HUCA, la zona que el pasado sábado quedó totalmente anegada tras una copiosa tormenta. El vehículo aparcó con discreción, lejos de la visión de los pacientes que a esa hora acudían a Consultas Externas. La reciente inundación de esta zona de acceso público, presentada en su día como «el corazón del HUCA», no ha hecho más que incrementar el reguero de deficiencias y fallos que acumula La Cadellada desde su apertura el pasado mes de junio.
Durante buena parte de la mañana de ayer, a través de una bomba de desagüe, se procedió a desobstruir y limpiar los canalones y vertientes por donde se cree se filtró el agua a borbotones. Los puntos más conflictivos, los que dieron lugar a las filtraciones que equipararon el atrio del HUCA casi con un spa, estaban señalizados con una cruz. Con estos trabajos de urgencia, el Principado confía en dar por resueltos los fallos originados en la techumbre del nuevo hospital, aunque habrá que estar atentos a ver qué ocurre en un próximo día de lluvia. «Nosotros vinimos a trabajar con chubasquero por si acaso», comentaba a modo de chascarrillo un trabajador de mantenimiento.
El Principado ha encargado a Gispasa (empresa que gestiona el hospital) un estudio pormenorizado sobre el origen de estas fugas, en un intento por dirimir responsabilidades. El jefe del Ejecutivo, Javier Fernández, ya advirtió que será la UTE constructora la que deberá asumir el arreglo. Un recorrido por el atrio permitía ver ayer manchas de humedad tanto en el techo como en el suelo. Incluso, algún desconchado y pladur cedido que tendrá que ser restituido.
Pero junto a las filtraciones, el HUCA sigue sumando deficiencias. Además de los problemas de funcionamiento de su sistema informático Millennium, de los fallos en los robots de reparto que aún prosiguen y del expediente abierto al laboratorio de Microbacterias por falta de seguridad, hay otras dificultades a las que se enfrentan a diario pacientes y trabajadores. En varias habitaciones, por ejemplo, no es posible bajar o subir las persianas. El sistema implantado, a través de un juego de imanes, falla. «Los imanes se despegan y las persianas quedan allí, petrificadas. No se pueden mover», explicaba de forma muy gráfica el personal de planta. Así que «los pacientes, o bien tienen que dormir con las persianas hasta arriba, entrando el sol desde primera hora de la mañana, o en total penumbra si la persiana quedó atascada hacia abajo», abundan los trabajadores. El hospital, de momento, «ha ordenado que las persianas, ni tocarlas». Y así lo ha hecho saber a través de improvisados carteles instalados en el área de hospitalización.
El aparcamiento tampoco las tiene todas consigo. El pasado lunes, los trabajadores se enteraron de que tienen que pagar de su propio bolsillo el coste de la tarjeta identificatoria que les permite aparcar gratis en el HUCA. «Nueve euros por trabajador, además de tener que dejar asociado un número de cuenta por si un día, al acabarse las 525 plazas reservadas, te tienen que cargar un día de estacionamiento», relataba indignado Carlos Vázquez, delegado de prevención del Sicepa. Ayer, las tarjetas aún no estaban disponibles. Además, hubo problemas con las máquinas de ticket y el pago por aparcar se estimaba «a ojo».
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