El SESPA y la defensa consideran que la actuación fue correcta al no practicarle la prueba (la broncoscopia) por los riesgos que ésta entraña y solicitan la libre absolución
La muerte de la niña de Ibias atragantada con una palomita se juzgará en octubre
La familia solicita para la médica que la atendió en el Hospital Central una condena de cuatro años de prisión, y el fiscal, una pena de uno y medio
Foto.- Los padres el día del funeral de la pequeña hace ahora casi tres años.
09.03.2016, Oviedo, Marián MARTÍNEZ, en La Nueva España.
La médico acusada de la muerte de una niña de 18 meses en Ibias, al atragantarse con una palomita, se sentará en el banquillo de los acusados el próximo mes de octubre. Será en el Juzgado de lo Penal 1 de Oviedo. La Fiscalía solicita una condena de un año y medio de prisión y cuatro de inhabilitación, mientras la acusación particular eleva la petición a cuatro años de cárcel y seis de inhabilitación. El próximo día 14 se celebrará el tercer aniversario del fallecimiento de la pequeña Ana Suárez Fernández.
La familia de la niña considera que la médico que estaba aquel día de guardia en el Hospital Central de Asturias cometió una clara negligencia al no haberle practicado una broncoscopia, lo que en teoría hubiera permitido extraer el grano de maíz del pulmón y salvarle la vida. Esta acusación se basa en un informe forense que encargó el abogado de la acusación particular, Ignacio Pérez Arévalo.
La pesadilla se produjo el 9 de marzo de 2013. Era sábado y la pequeña se atragantó comiendo una palomita. Comenzó entonces un periplo por diferentes centros de salud del suroccidente de la región, hasta que los padres y la menor acabaron en el Hospital Central de Asturias. Allí le hicieron una radiografía y permaneció en observación hasta el domingo por la mañana, cuando pasaron a verla una cirujana y un pediatra, que decidió darle el alta al considerar que no tenía nada en el pulmón. La única recomendación, según relató entonces la familia, fue que acudiesen a su pediatra habitual en 15 días.
La madre de la pequeña, insatisfecha con la atención, decidió llevarla al médico de familia para mantener la vigilancia. Sólo cuatro días después, el 14 de marzo, la pequeña se levantó con tos y su madre vio cómo la vida se le iba mientras la tenía en brazos. Ella misma le hizo el boca a boca. La trasladaron al centro de salud de Tormaleo, pero ya nada pudieron hacer por la menor.
Los padres de Ana Suárez Fernández consideraron desde el primer momento que se había producido una negligencia médica. Y así se inició una larga andadura para esclarecer los hechos y exigir responsabilidades.
La Fiscalía entiende, como la acusación particular, que se podía haber practicado a la niña una broncoscopia, de ahí que solicite también una sentencia condenatoria.
Sin embargo, tanto el Servicio Público de Salud del Principado (Sespa) como la defensa de la médico acusada consideran que la actuación fue correcta al no practicarle la prueba por los riesgos que ésta entraña y solicitan la libre absolución.
La madre de la niña mantuvo desde el momento en que se produjeron los hechos que los médicos desestimaron practicarle la broncoscopia por la "falta de colaboración" de la pequeña, y que habían manifestado que la hiperventilación que padecía en uno de sus pulmones respondía a la presencia de moco, y no al grano de maíz. Además, explicó entonces la progenitora, los facultativos entendían que la broncoscopia era una técnica demasiado agresiva para aplicársela a una niña tan pequeña, ya que requería sedación y podría tener consecuencias graves.
El juicio se celebrará todos los viernes de octubre y se prolongará hasta noviembre, con más de una decena de testificales.
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