Las debidas precauciones para las vacaciones en el extranjero empiezan por informarse
La salud también viaja
Los cambios de altitud, humedad o temperatura afectan a nuestro organismo.
Las enfermedades más temidas son la diarrea, la fiebre amarilla y la malaria.
09/08/2010 SILVIA MURUAIS, en La Voz de Asturias
El 50% de los viajes que se realizan al extranjero tienen como objetivo fundamental el ocio y la diversión. Y no hay mejor época para pasarlo bien que el verano, por eso las vacaciones estivales son el periodo de tiempo durante el cual se producen más desplazamientos al otro lado de nuestras fronteras.
Sin embargo, las aventuras internacionales suponen ciertos riesgos sanitarios que varían según las características de los viajeros y del destino al que se dirijan. Los cambios repentinos de altitud, humedad o temperatura afectan a nuestro organismo. Por otro lado, pueden encontrarse graves riesgos sanitarios en zonas con mala calidad de alojamiento, insuficiente higiene y saneamiento, bajo desarrollo de los servicios sanitarios o escasez de agua potable. Cualquiera de estas situaciones puede añadir una enfermedad en nuestro equipaje.
Que no cunda el pánico.
El Ministerio de Sanidad edita cada año unas pautas para viajar con seguridad. Los riesgos que conllevan los desplazamientos no deben estropear nuestros planes para el verano. La clave está en tomar las medidas necesarias para permanecer unos días en el destino elegido. En las agencias de viajes proporcionan datos suficientes acerca de los lugares que escogemos para viajar. Pero hay medidas que debe tomar el viajero. Planificar nuestro viaje, asumir pautas preventivas antes de abandonar el hogar y adoptar ciertas precauciones una vez instalados en el destino pueden reducir el riesgo de contraer una enfermedad. Las tres patologías más temidas para quienes emprenden un viaje son la diarrea del viajero, la fiebre amarilla y la malaria.
Nadie que dedique sus vacaciones a viajar puede evitar los cambios en su tránsito intestinal, pero podemos sospechar de la diarrea del viajero con la aparición de dolor abdominal, náuseas, fiebre y malestar general intermitente. Pueden ser consecuencia de los cambios situacionales citados anteriormente, pero si nuestro destino es América Latina, Africa, Oriente Medio o Asia, estaremos en zonas de alto riesgo de desarrollo de la enfermedad. Cuidar la alimentación y consumir sólo agua 100% potable --incluyendo hielo y helados-- pueden salvarnos de una diarrea aguda.
Tanto la fiebre amarilla como la malaria se producen por la picadura de un mosquito. Dependiendo de la especie del insecto, contraeremos una u otra enfermedad. También sus síntomas son similares: fiebre intermitente, malestar, debilidad, náuseas y dolor de cabeza, aunque a veces también se producen vómitos y diarrea. La fiebre amarilla sólo se previene con una vacuna administrada en Centros de vacunación Internacional autorizados por la OMS, el de Asturias está en Gijón. Las zonas con mayor riesgo de contraer esta patología son Africa Subsahariana, con 36 países endémicos y América del Sur, con 10. Por último, los lugares de mayor riesgo para el contagio de la malaria se encuentran principalmente en zonas tropicales de Africa, Asia, Oceanía, Haití, Amazonas, América Central, Oriente Medio, o India. No hay vacuna disponible, por lo que debemos evitar la picadura del insecto infectado usando productos repelentes y prendas de manga larga. Ante cualquier síntoma es necesario informar al médico de los países que se ha visitado.
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