Cosas de la intransigencia
El arzobispo Sanz arremete contra el movimiento 15-M
El prelado dice que son «movidas ácratas» y defiende, de nuevo, el matrimonio tradicional
Foto: El arzobispo, ayer, camina hacia el altar, en la Basílica de Covadonga.
13/08/2011 REDACCIÓN, OVIEDO, La Voz de Asturias
Sólo los jóvenes cristianos que siguen los cánones tradicionales de la Iglesia consiguen la bendición del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz. En una carta pastoral, fechada el 31 de julio, el prelado traza una línea de separación clara entre los jóvenes que, como los peregrinos que escucharon ayer su homilía en Covadonga, acudirán a Madrid a ver al papa Benedicto XVI a la Jornada Mundial de la Juventud y el resto.
Al segundo grupo, Sanz incorpora los jóvenes que no son un modelo a seguir. Recuerda al autor de la matanza de Noruega “un joven enloquecido” que segó la vida “de otros jóvenes” e incluye a los que “se mueven de acá para allá buscadores inquietos pero tal vez sin norte y sin maestros (...)” y a aquellos otros que se “agitan por entusiasmos de corto recorrido con dichas que duran lo que tarda un suspiro bebido, movido o fumado”.
En el centro de sus críticas sitúa a los integrantes del movimiento 15-M, a los que encuadra dentro de las “movidas ácratas que terminan por llenarte de vacío”. Con este movimiento tiene poca empatía. “Acampan en medio de las plazas de ciudades para reivindicar su particular decálogo que oscila entre la justa y fresca aspiración a que las cosas sean distintas y la revolución en nombre de la nada y del hastío”, subraya.
En contraposición, el arzobispo sitúa al millar de peregrinos que ayer siguieron su homilía en Covadonga, provenientes de Italia, Croacia, Francia y Austria. No oculta que le impresiona ver que hay un millón y medio de jóvenes que van a acudir a la Jornada Mundial a escuchar “a un anciano octogenario que no les va a cantar ningún rap, ni a demostrar su resistencia física en un deporte de moda, ni a engatusar -continúa- con una ocurrencia de revolución de medio pelo, sino que les va a hablar del Evangelio, de Jesucristo vivo, de la Iglesia de Dios”.
En su homilía de ayer, el arzobispo defendió, de nuevo, al matrimonio convencional e invitó a los jóvenes a vivir “unidos”, sin separaciones “fatales”. Sanz evocó la figura de María y ensalzó la importancia de Covadonga como lugar de peregrinación para los asturianos, pues “Covadonga tiene rostro y entraña de mujer”, recordando que fue donde dio comienzo un capítulo nuevo de la Iglesia, “con una conciencia distinta, tras la invasión islámica de la edad media”.
Fuentes de la organización de los actos de la jornada preparatoria en Asturias confirmaron que los patrocinadores han contribuido con menos dinero del esperado para un acontecimiento de esta magnitud, si bien contextualizaron esta disminución de aportaciones en la situación de crisis.
Artículo que bien define el espíritu del 15-M ante la JMJ…
En el Blog de Xabel Vegas hace 4 días:
El 15-M y la visita del Papa
En los próximos días Madrid va a vivir una situación peculiar. Frente a la Jornada Mundial de la Juventud con la llegada del Papa y de miles de fieles, en las calles de la capital podremos ver también las movilizaciones del movimiento del 15-M en protesta por el gasto público que generará la visita del pontífice. Tanto las autoridades como los medios de comunicación advierten del problema de seguridad que pueden provocar ambas convocatorias.
La sociedad española ha vivido en los últimos 30 años un proceso de descristianización sin precedentes en Europa. Hemos pasado de ser un país ultrarreligioso a tener una de las sociedades más laicas y aconfesionales del Viejo Continente. Es producto de una modernización de la sociedad española en el terreno de los valores que la ha situado a la vanguardia de la Europa más progresista. Es habitual que los españoles pensemos que la sociedad francesa, la alemana o la noruega son mucho más avanzadas que la nuestra. Pero la realidad es la contraria y todas las encuestas indican que valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad son centrales en la visión del mundo de los españoles. Quizás por ello los populismos y la extrema derecha no han tenido buena acogida entre los ciudadanos de nuestro país, al contrario que nuestros vecinos del norte de Europa.
Protestar ante la visita del Papa es positivo para la salud democrática de nuestro país. No está mal que quede patente la oposición de una parte de los españoles a un Papa contrario al uso del preservativo, al aborto o a la muerte digna. Fundamentalmente porque la moral de la mayoría de nuestra sociedad no coincide con la de Ratzinger y la Curia vaticana, por más que muchos españoles aun sigan definiéndose como católicos.
Pero la visita del Papa va a ser también, de algún modo, un examen de tolerancia para el movimiento del 15-M. Todos los ojos estarán puestos en unas movilizaciones que necesariamente tendrán que ser pacíficas para recibir el plácet de la sociedad española. Pero más allá del asunto de la violencia, exorcizado ya por el 15-M, los indignados tendrán que dar muestras de un respeto exquisito hacía los fieles que vengan a ver y a escuchar al Papa. La protesta es legítima pero el boicot no.
Nos guste más o menos, para un sector de nuestra sociedad la religión sigue siendo un elemento central de su construcción identitaria. La libertad religiosa ha sido una de las grandes conquistas de la modernidad y es necesario cuidarla. Por otro lado sería difícil imaginar unas protestas contra el Ramadán o contra la visita de un imán que no estuviesen promovidas por la extrema derecha más intolerante. Por eso el 15-M deberá demostrar que profesa la fe de la crítica desde el respeto al diferente.
Combatir la fe y la superstición resulta estimulante para quienes pensamos que una sociedad atea es una sociedad más avanzada espiritualmente. Pero es importante no darles a los creyentes la baza del victimismo frente a la intolerancia religiosa. El 15-M hasta ahora ha dado muestras de civismo, de respeto y de capacidad de diálogo. En esta ocasión tendremos una nueva oportunidad para demostrar que estamos por la convivencia. Y para ello es imprescindible no recurrir al insulto, a la provocación o al enfrentamiento con los fieles que visiten Madrid en los próximos días.
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