Del conclave de los socialistas
Fernández perfila, en el acto de refundación del partido, un PSOE reacio al nacionalismo
El presidente asturiano afirma, ante un auditorio entregado, que en «nuestra» España «fraterna y solidaria» no puede haber un «extranjero interior»
10.11.2013, Álvaro FAES / Madrid / Enviado especial de LA NUEVA ESPAÑA
Es posible que el mayor número de aplausos se los llevara Susana Díaz, la reciente presidenta de Andalucía y rutilante estrella del socialismo en España. Pero ayer en Madrid, en la apertura de la conferencia política del PSOE, quien puso en pie el repleto Palacio municipal de Congresos fue el líder del partido en Asturias y presidente regional, Javier Fernández. El éxtasis llegó a los once minutos de la intervención, cuando definió su idea de país, que la hizo propia del partido, en una puesta en escena a la que se adapta mejor que cuando le amarra el corsé institucional. Con chaqueta y sin corbata, el ambiente favorable y el contenido teórico e ideológico le vienen como anillo al dedo al secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA).
Su idea de España quedó clara cuando se declaró «menos partidario de las identidades fuertes que de las múltiples» y cuando lanzó una advertencia a su gente, al socialismo. «No podemos ser lo que otros nacionalistas quieren», porque él, en un discurso inclusivo, fue rotundo cuando concluyó que en el «imaginario de los socialistas», a la hora de pensar en una nación, «no puede haber un extranjero interior, nos gusta vivir con todos esos extraños que comparten con nosotros una nación».
«Un país es una identidad y una pertenencia a una nación. Los socialistas tenemos una idea de nación. Un país no es un mineral ni un mandato de los visigodos. Es un devenir histórico que ha cristalizado en un espacio público de ciudadanos libres, iguales y partidarios de una sociedad laica, de valores públicos de respeto a las conciencias privadas. Eso es para nosotros un país». Ahí, al presidente del Principado le frenaron los aplausos, ya con un buen número de asistentes en pie. Continuó: «Pertenezco a una generación a la que la España de los símbolos, los himnos y las banderas nos importa menos que la de los hombres y mujeres que trabajan, estudian y lloran. Nos gusta la caja única de la Seguridad Social y el fondo de compensación interterritorial, que son símbolos menos poéticos, no de una España tan heroica y épica, pero sí de una España más integradora, fraterna y solidaria. Ésa es nuestra España», pudo rematar, ya en el registro más alto de su voz y cuasi silenciado por un aforo eufórico en pie en su práctica totalidad, 2.500 militantes simpatizantes y delegados de federaciones territoriales.
A Javier Fernández le correspondió el segundo turno de palabra después de la intervención de Susana Díaz para abrir ayer el fin de semana de la refundación del PSOE. Mientras el todo del socialismo español llegaba al Palacio de Congresos madrileño, en el recinto ferial del Campo de las Naciones, los dos, el asturiano y la andaluza, compartían un desayuno privado con el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba. Acudió también el secretario general de los socialistas catalanes, Pere Navarro. Daban los últimos retoques a la estrategia y convenían en rebajar la tensión sobre las pretensiones de exigir al líder federal que fije ya una fecha para someterse a primarias.
Apagaron el fuego en las intervenciones, pero no en los pasillos. La disparidad de criterios flotó en el ambiente toda la jornada. El ejemplo lo puso Emiliano García-Paje, secretario general en Castilla-La Mancha, cuando señaló a la conferencia política como la del «punto y seguido de las ideas y convicciones socialistas; la del punto y aparte en la renovación del liderazgo; la del punto final de los lamentos por la derrota electoral de 2011 y la del inicio de la cuenta atrás para la renovación del liderazgo».
El madrileño Tomás Gómez pidió para el cónclave que consiga «claridad en el proyecto y también en el liderazgo», y el panorama del descontento lo completó el extremeño Guillermo Fernández Vara cuando, a la entrada, deslizó que el futuro posiblemente ya no pase por Rubalcaba.
Con el secretario general sin aglutinar el apoyo, son tres las figuras señaladas para afrontar el reto de liderar la sucesión. Carme Chacón, llegada desde su estancia en Miami y que ya ha advertido que volverá; Patxi López, secretario general de los socialistas vascos, y Eduardo Madina, también vasco y secretario general del Grupo Socialista. Los tres optaron por el perfil bajo, a pesar de que el inmenso vestíbulo del Palacio de Congresos era un hervidero. Chacón pidió «unidad y respuestas progresistas a los problemas; el resto son minucias y anécdotas».
De los otros dos futuribles ni una palabra salió sobre sus opciones al liderazgo. «Tendremos un debate ideológico y el partido se fortalecerá si lo hacemos bien», despejó Madina. Lo mismo que hizo Patxi López al expresar en alto el deseo de que la conferencia política sea un punto de partida «tras esta travesía del desierto» y, como mantra, soltó eso del debate de ideas que, ciertamente, sí que se escucharon muchas y variadas hasta última hora de la tarde.
El PSOE gira a la izquierda
La Conferencia Política aprueba denunciar los acuerdos con el Vaticano, blindar servicios públicos, garantizar beneficios fiscales para los más necesitados o avanzar en la igualdad salarial entre hombres y mujeres
IÑIGO ADURIZ, Madrid, en Público.es
Una Conferencia Política no es sólo un lugar de decisión de la fecha de unas primarias. Lo recalcó ayer la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, durante el aclamado discurso de líder orgánica que pronunció durante la inauguración del encuentro. Así lo llevan diciendo también desde hace semanas los miembros de la Ejecutiva que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba. Por eso, y por la expectación generada a raíz de que varios barones filtraran sus negociaciones para que se fijara un calendario para ese proceso interno, el partido quiso ayer que este fuera uno de los primeros asuntos en quedar zanjados: la fecha la decidirá el próximo Comité Federal.
El futuro de Rubalcaba quedaba así a expensas de lo que se decida en esa reunión que tendrá lugar a finales de año o nada más empezar enero. Pero, ¿y el futuro del partido? La conferencia avaló el giro a la izquierda que vienen reivindicando los máximos dirigentes socialistas desde el comienzo del proceso de renovación, ya que prácticamente se refrendaron todas las propuestas recogidas en la ponencia coordinada y elaborada por Ramón Jáuregui. El texto enmienda algunas de las más polémicas políticas que puso en marcha el último gobierno socialista pero incorpora, además, novedades en materia fiscal, de igualdad, de derechos e incluso de laicidad. Asimismo, el PSOE ha añadido la palabra 'socialistas' a todos sus logos.
El viernes, nada más dar comienzo el cónclave, la formación anunciaba dos propuestas que serán sin duda sus medidas estrella en los próximos meses. Por un lado, eximir a los parados y a los ciudadanos que tengan las rentas más bajas de pagar el IRPF. Por otro, que en invierno, entre noviembre y marzo, no se pueda cortar el gas o la luz a quienes no puedan pagar esas facturas. Además, exigen que se garantice el suministro de agua a toda la población durante todo el año.
Garantía de ingresos mínimos
En la ponencia que se aprobó a última hora de ayer se validaron también las principales medidas contenidas en el borrador elaborado por Jáuregui. El texto plantea diferentes reformas constitucionales, hasta una treintena, para incorporar derechos a la Constitución. Propone, por ejemplo, que el acceso a la sanidad o a los servicios sociales sean considerados como derechos fundamentales en la Carta Magna. En su ideario, los socialistas reclamarán además una ley marco que recoja cuáles son los servicios básicos que tendrán garantizados los ciudadanos y que no se podrán recortar, por ejemplo, por los ajustes derivados de una crisis económica.
Inspirándose en las rentas mínimas de inserción de algunas comunidades autónomas, los ponentes del PSOE aprobaron ayer, además, una propuesta para garantizar los ingresos mínimos de los ciudadanos en todo el Estado. Se trata, según explicaron ayer miembros de la dirección del partido, de "proteger" a los cerca de tres millones de personas que se encuentran en riesgo de pobreza.
Pero quizá la iniciativa más revolucionaria que pone encima de la mesa el principal partido de la oposición si se tiene en cuenta su trayectoria democrática es el que adopta en materia de laicidad. El PSOE que ha gobernado durante dos décadas en España incorpora ahora a su ideario la necesidad de denunciar el Concordato firmado con el Vaticano en 1979, sobre todo para sacar de una vez a la Iglesia católica de las escuelas públicas. El propio Jáuregui reconocía anoche que el partido "considera que la religión no puede ser parte del currículo ni puede estar dentro del horario escolar".
La "autofinanciación" de la Iglesia
Aboga, asimismo, por avanzar en la autofinanciación de la mencionada confesión religiosa, obligando a que los ingresos que perciba lleguen tan sólo de la aportación voluntaria de sus fieles. Si llegan al Gobierno, los socialistas exigirán también que todos aquellos edificios propiedad de la Iglesia que no estén dedicados estrictamente al culto comiencen a pagar impuestos municipales.
El partido dedica todo un capítulo de su ponencia a la igualdad, un apartado al que este fin de semana han añadido una nueva propuesta: una ley de igualdad salarial para que las mujeres cobren el mismo sueldo que los hombres. Avanzan, además, en la idea de la paridad en la representación política que ya puso en marcha el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, y por eso apuestan por conformar listas paritarias tanto para la elección de los órganos internos del partido como para confección de candidaturas electorales.
Estas y el resto de las conclusiones del cónclave se presentarán este domingo durante el acto que cerrará este encuentro que ha reunido a lo largo del fin de semana a cerca de 2.500 personas vinculadas al PSOE. La clausura la protagonizará el discurso de Rubalcaba.
ANALISIS
El PSOE en el diván
El programa del PSOE será más laico, más social, más igualitario, más protector de la naturaleza... Pero en cuanto a la Monarquía, no se otean cambios.
Rosa Paz, en eldiario.es
Aquejado de una profunda melancolía, el PSOE se ha tumbado este fin de semana en el diván. Necesita buscarse a sí mismo, encontrar las causas de su desánimo y, sobre todo, dar con la manera de superarlo, de reanimarse, de revivir, y, de ese modo, recuperar su conexión con la sociedad. O, lo que viene a ser lo mismo, reconquistar a los más de cuatro millones de votantes que le abandonaron en 2011. De ahí la autocrítica por los errores pasados, el rescate de las esencias del socialismo, el refuerzo de las políticas de igualdad y el impulso de las medioambientales. Eso por lo que Elena Valenciano dijo la víspera: que el PSOE saldrá de esta conferencia “más rojo, más morado y más verde”, jugando con el color de las políticas y el de la bandera republicana.
Claro que su programa será más laico, más social, más igualitario, más protector de la naturaleza... Pero en cuanto a la Monarquía, no se otean cambios. Más bien parece que se mantendrá en las posiciones de la Constitución de 1978, pese a las enmiendas de las Juventudes Socialistas, que tanto preocupaban al coordinador de la conferencia, Ramón Jáuregui, temeroso de que reapareciera esa vena –más que republicana– ácrata, que Felipe González detectó hace años en el PSOE.
Si los socialistas cumplen con el proyecto que están aprobando este fin de semana, saldrán también a comerse el mundo. Volverán a la calle, ofrecerán alternativas de justicia social a las políticas económicas y fiscales, a los servicios públicos, a los derechos civiles... En definitiva, tratarán de reconquistar a los millones de electores perdidos y de conectar con aquellos que, por edad, ni siquiera tuvieron la oportunidad de votarlos. Las intenciones son buenas. El remozado del proyecto, también. Ahora hay que ver si les acompaña la fuerza y la voluntad. Y el buen rollito interno que se respiraba en la conferencia, a pesar de que las heridas del último congreso, el que le ganó Alfredo Pérez Rubalcaba a Carme Chacón por un puñado de votos, parecen seguir abiertas.
Porque no está tan claro que los socialistas vayan a salir de esta conferencia más unidos. Es cierto que se levantaron de la sesión de este sábado aliviados, reconfortados; algunos, incluso, eufóricos. Les ocurre siempre que montan un aquelarre, se juntan y escuchan discursos que les reafirman en sus posiciones. Unas dosis de fraternidad y un chute de autoestima... Y casi, casi se les cura la depresión. No se entiende por qué no organizan más sesiones de estas.
Aunque más allá de las peleas entre los que piden primarias inmediatas y los que las quieren para más tarde, la valoración que se hacía en los pasillos de los discursos de los dos presidentes autonómicos también denota que hay dos tendencias. Hubo unanimidad en que tanto la andaluza Susana Díaz como el asturiano Javier Fernández estuvieron “estupendos”. “Dos muy buenos discursos. Se entiende por qué gobiernan”, decían los partidarios de una y otro. Lo decían todos. Pero a unos les gustó más el estilo directo de la presidenta de Andalucía, a la que hay quien ve ya como una esperanza para el futuro del PSOE –no sólo de Andalucía– y a otros les gustó más la profundidad del discurso del presidente de Asturias.
Los dos, cada uno a su manera, certificaron la necesidad de que el PSOE se refuerce recuperando sus raíces y un proyecto común para España. De hecho, el problema catalán sobrevoló sin posarse en ninguno de los debates. Como la fecha de las primarias, debate que frenó Rubalcaba con la ayuda de Susana Díaz, pese a las intenciones de algunos barones revoltosos. Este domingo, segunda sesión de terapia.
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